En Catalunya, una de las regiones más ricas de España en el noreste de la península y con más de siete millones de habitantes, la crisis ha impulsado un sentimiento que ve en la independencia de España la solución a todos sus problemas. Una pasión soberanista, siempre latente en defensa de la lengua propia y de la cultura, que ha ido ‘in crescendo’ a lo largo de los últimos 35 años con la llegada de la democracia.
El primer objetivo a cumplir es la convocatoria, contra viento y marea, de una consulta popular no vinculante el próximo 9 de noviembre para que los catalanes decidan si quieren seguir ligados a España.
Pero, según la Constitución española, un referéndum unilateral es ilegal. Está prohibido. En Escocia votarán lo mismo el próximo 18 de septiembre con el visto bueno de Londres y Quebec (Canadá) vivió su segundo referéndum en 1995.
A cuatro meses de esta fecha histórica los acontecimientos se aceleran al mismo tiempo que el eco mediático de las declaraciones de los líderes de uno y otro lado del río Ebro.
Guerra de comunicados —uno incluso firmado por el premio nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en defensa de la unidad de España-, anuncios de grandes movilizaciones soberanistas, empresarios catalanes tomando posiciones, incluso cumbres entre políticos que tienen poco que explicarse llenan estos días los periódicos.
Antes de finales de julio el presidente del Gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, se reunirá con el dirigente nacionalista catalán, Artur Mas, tras meses de evitarse de tal manera que hasta se habían creado situaciones grotescas en citas en donde los dos dirigentes asistían al mismo tiempo.
El encuentro será “puro teatro” explica a Nóvosti un atento observador del proceso. “Una farsa” comentan tertulianos en los medios. Las espadas siguen en alto. Rajoy representa el “inmovilismo”, no mueve ficha y en público prácticamente ignora el problema, rehén de las presiones de la propia derecha española.
Mas, que se encuentra en las horas más bajas de su vida política tras sufrir dos importantes varapalos electorales, ya no controla ni su propia agenda. Esta semana se reunió con los partidos soberanistas para asegurarles que no pactaría nada en Madrid sin su beneplácito, prisionero como está de la pujante Esquerra (izquierda) Republicana de Catalunya, un histórico partido que vive su renacer con la lucha por la creación de un Estado propio.
Rajoy defenderá en la reunión su “no” tajante a la consulta y enarbolará la bandera de la Unión Europa, que no admite secesiones. La última en pronunciarse en este sentido ha sido la canciller alemana Angela Merkel. Mas intentará arrancar a Rajoy más derechos, especialmente económicos, para Catalunya, una de las regiones que más dinero da a las arcas del Estado, después de Madrid y de Baleares.
Pero la reunión no deja de ser un paso al frente para tratar un espinoso tema en el que el diálogo entre Madrid y Barcelona ha sido prácticamente inexistente.
De momento, las plataformas soberanistas quieren convertir el Día Nacional de Catalunya, el próximo 11 de septiembre, en un acontecimiento histórico que supere con creces la multitudinaria manifestación de 2012 y la cadena humana que rememoró a la de los Países Bálticos en 2013, que sacó a la calle a más de un millón de catalanes.
La Assemblea Nacional de Catalunya (ANC) y Òmnium Cultural, las organizaciones ciudadanas que lideran el movimiento independentista, han presentado la campaña unitaria 'Ara és l'hora' (ahora es la hora) con la meta de conseguir 500.000 votantes más entre los 2 millones de catalanes que calculan entre indecisos, abstencionistas y votantes de una consulta que se conoce como el “si.si” por su doble votación: sí a ser un Estado, sí a la independencia.
Para lograr más adeptos a la secesión, han contratado a Blue State Digital, la agencia de estrategia digital que trabajó en las campañas de Barak Obama, del mexicano Enrique Peña Nieto y de la brasileña Dilma Rousseff.
A medida que avanza la presión en la calle, los asesores del Gobierno catalán trazan el modelo de la futura Catalunya independiente. Esta semana han presentado sus últimas propuestas, en donde el nuevo país podría mantener perfectamente el euro como moneda aunque estuviera fuera de la UE y del Banco Central Europeo.
El consejo, escogido por el presidente de la Generalitat para preparar la hipotética independencia de Catalunya, recomienda negociar bajo la supervisión de organismos internacionales, y hacer el reparto basándose en el porcentaje de población que representa Catalunya, aunque también plantea otras fórmulas como el peso económico o porcentaje de inversiones del Gobierno en el territorio.
El proceso parece imparable, pero el freno llegará el 9 de noviembre ante la imposibilidad de convocar legalmente el referéndum, lo que abre la vía para convocar elecciones plebiscitarias.
Sin embargo no todos los habitantes de Catalunya son independentistas y aquí radica otro de los gravísimos problemas de este conflicto: la división entre los propios ciudadanos de Catalunya, muchos de los cuales se quejan de no poder expresar libremente sus opiniones ante el poder de la movilización soberanista.
Hoy cobra cada día más fuerza la llamada tercera vía federal, una reforma de la Constitución que llevaría calma y entreabriría una puerta a una solución pactada entre todos, esa sería la mejor solución.
