El grupo yijadista Estado Islámico (EI) habría ejecutado a entre 560 y 770 hombres cuando tomó la ciudad de Tikrit, en Irak, el pasado junio, según ha denunciado la oenegé pro-derechos humanos Human Rights Watch (HRW). Nuevas pruebas demuestran que el número de muertes que se estimaron entonces es mucho más alto del que se creía.
La información aportada por un sobreviviente y el análisis de grabaciones de video e imágenes de satélite han confirmado la existencia de otros tres sitios donde ocurrieron ejecuciones en masa, con lo cual el total aumenta a cinco. Hasta ahora se creía que los lugares eran dos. La mayoría o todos los hombres asesinados serían soldados del Ejército iraquí capturados.
“Se suma otra pieza a este macabro rompecabezas, ahora que se confirman muchas más ejecuciones”, ha indicado hoy Peter Bouckaert, director de la división de Emergencias de HRW. “La barbarie del Estado Islámico viola el el derecho y constituye una afrenta absoluta a los valores”, ha añadido.
Combatientes del Estado Islámico, que anteriormente se denominaba Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), son responsables de la muerte de entre 160 y 190 hombres en los dos sitios donde se produjeron ejecuciones masivas que HRW identificó ya en junio.
Tikirit quedó bajo el control de milicias del EI el 11 de junio. Al día siguiente, el grupo afirmó haber ejecutado a 1.700 “miembros chiitas del Ejército” y publicó vídeos de cientos de hombres capturados vestidos de civil que se habían rendido en la base militar iraquí Speicher.
Tras analizar un video difundido recientemente por el Estado Islámico que muestra la ejecución de detenidos y diversas imágenes de satélite, HRW ha identificado tres nuevos lugares donde se produjeron ejecuciones en ese período, y ha determinado que habría entre 285 y 440 muertos adicionales. Ali, un joven de 23 años que sobrevivió a los asesinatos, comentó a HRW que fue capturado el 12 de junio junto a otros miles de hombres mientras intentaban escapar siguiendo la carretera principal desde la base militar Speicher.
Ali explicó que un grupo de unos 100 soldados del EI detuvieron a los prisioneros cerca de la Universidad de Tikrit, les quitaron sus teléfonos móviles y su dinero y los condujeron hacia un edificio que formaba parte de un palacio. Allí fue obligado a permanecer hacinado en un contenedor durante seis horas junto a otros 100 detenidos, dos de los cuales fallecieron debido a la masificación y al calor insoportable. Miembros del EI los dejaron salir del contenedor por la tarde, los separaron en grupos reducidos y los llevaron a sitios distintos.
Ali relató que estaba en un grupo con otros nueve hombres, y que escuchó el sonido de disparos proveniente de otros lugares de ejecución. Los que retenían a su grupo les ataron a él y a los demás prisioneros las manos por la espalda y les vendaron los ojos. Luego los obligaron a inclinarse mientras cada uno sujetaba con los dientes la camiseta del que estaba delante, a la vez que marchaban hacia la orilla del río Tigris. Colocaron a los diez hombres en fila y les dispararon con una pistola, uno tras otro.
Ali contó que, por debajo de la venda, pudo ver cuando el hombre que tenía a su lado caía al suelo ensangrentado. Él no recibió impacto de bala, pero se arrojó al suelo y fingió estar muerto hasta el anochecer, cuando huyó.
