Este sábado 12 se cumplen tres meses de su sorprendente y solida victoria en las primarias y la transición al liderazgo desde su habitual posición en las últimas bancadas del Parlamento de Westminster, que ocupó sin interrupciones desde 1983.
El veterano diputado se mantiene firme en su rechazo de las armas nucleares, la intervención militar contra islamistas fanáticos en Siria, Irak, Afganistán o Libia y postula una ideología socio-económica en la izquierda radical, que divide al partido y puede precipitar la ruptura del laborismo británico.
McShane es concejal de Haringey, un barrio del noreste de Londres, multiétnico y económicamente desfavorecido, de mayoría laborista tanto en la corporación local como en el Parlamento de Westminster.
En las primarias de 2010, trabajó como voluntaria en la campaña de Ed Miliband, atraída por el programa posblairista del anterior dirigente laborista, y este septiembre apostó por la exministra Yvette Cooper con la esperanza de que su partido confiara por fin las riendas a una mujer.
"Aprecio a Jeremy y comparto muchas de sus ideas, pero no tiene madera de líder, nunca ha desempeñado un cargo de alta responsabilidad en el Gobierno ni el partido y no creo que pueda dirigirnos ni unificarnos, menos aún al país entero", sostiene la edil.
McShane desconfía del abanico de plataformas que ha surgido en torno a Corbyn, grupos integrados por voluntarios de su campaña al liderazgo, como Momentum o Movimiento por el Cambio.
"Son una distracción", advierte la concejal antes de corroborar los abusos, la intimidación y presión que estos activistas están ejerciendo sobre diputados moderados, en particular los que votaron con el Gobierno conservador a favor de bombardear objetivos islamistas en Siria.
McShane cree que Corbyn debería "ampliar su círculo de ayudantes y asesores", que mayoritariamente ha limitado hasta la fecha a politólogos y periodistas con reconocidas posturas izquierdistas.
"También ha de hacer más esfuerzos dentro del grupo parlamentario para ganarse su confianza y apoyo", añade.
Debido a la falta de rodaje en el cargo o tal vez intencionadamente, Corbyn ha empleado tácticas que suscitan la división en vez de fomentar la cohesión con sus diputados.
La votación sobre Siria es un ejemplo reciente. A la misma hora en que se reunía con el grupo parlamentario con su propósito declarado de acordar una posición común a los bombardeos contra Daesh (el autodenominado Estado Islámico proscrito en Rusia), su oficina envió correos electrónicos al resto de diputados laborista confirmando que Corbyn iba a votar en contra de la acción militar.
"Fue un fallo en su estrategia que le forzó a conceder la libertad de voto a los escaños laboristas", sostiene McShane.
La división fue más reducida de lo anticipado: menos de la mitad del 'gabinete en la sombra', incluido el portavoz en Exteriores, Hilary Benn, y un tercio de diputados tomaron la decisión opuesta a la de su líder.
Pero el daño ya estaba hecho porque, como había declarado días atrás Dianne Abbot, estrecha colega de Corbyn, el principal partido de la oposición, el único además del conservador con posibilidades de gobernar el país, ha de tener una posición unitaria en "cuestiones de guerra o de paz".
La organización pacifista ha sido censurada por recientes comentarios sobre los atentados islamistas en París, que motivaron la renuncia de su junta de la diputada verde, Caroline Lucas, y el activista en Derechos Humanos Peter Tatchell.
Corbyn es miembro fundador de Stop the War e ignoró el llamamiento para alejarse del colectivo.
En su decisión le apoyan muchos afiliados y otro miembro fundador, el escritor Tariq Ali, quien denunció en un escrito en prensa que "además de las guerras en Oriente Medio hay una desagradable y repugnante guerra que se ha entablado en Inglaterra y tiene a Jeremy Corbyn en su objetivo".
Corbyn ganó un respiro en su turbulento liderazgo con la amplia victoria del candidato laborista en una elección parcial parlamentaria, a principios de este mes.
Se abatieron entonces los reclamos por un cambio de líder, pero la tregua en las hostilidades entre la dirección y los afiliados, por un lado, y la mayoría del grupo parlamentario y los exbarones del partido, por el otro, puede ser pasajera.
La concejal añade que "ahora no es el momento" para actuar contra Corbyn debido a la cercanía de la victoria en Oldham West and Royton, distrito del norte de Inglaterra que estaba en el punto de mira del Partido por la Independencia de Reino Unido, el UKIP de Nigel Farage.
Pero un mal resultado en las elecciones a la alcaldía de Londres y los parlamentos autonómicos de Escocia y Gales, que se celebran en mayo de 2016, "será la primera oportunidad" para intentar destronar a Corbyn, según calcula la concejal de Haringey.