El galardonado escritor recibió en mayo de 2014 una oferta inusual: "Yo acababa de publicar un largo artículo, La caza del Chapo, acerca de la carrera criminal, y la eventual captura, del narcotraficante prófugo Joaquín Guzmán Loera (recién consumada en febrero de ese año)", que llamó la atención de la prensa en México.
El ganador del premio National Magazine Award por su reportaje de la masacre del 12 de febrero de 2010, perpetrada por la neurobióloga Amy Bishop en la Universidad de Alabama, había escrito ya dos largos artículos sobre el modelo de negocio del cártel del Chapo y había pasado días entrevistando a exempleados de esa mafia que habían trabajado para él y los agentes que lo habían cazado.
Ésta era su oportunidad de escuchar la historia de Guzmán en sus propias palabras: "Terminé diciendo que no", dice el escritor del medio, argumentando que habría sido un acto ilegal.
Esa entrevista fue una pista que provocó la caída del narcotraficante más buscado del mundo: "La noción de que el criminal más buscado del mundo pudiera haber sido atrapado así, por su propia vanidad, sería bastante surrealista si se tratara de cualquier otro", afirmó en la reciente edición de The New Yorker.
"Pero también me preocupaba que todo el escenario se sentía como el primer acto de una obra de suspenso en el que el desgraciado escritor de una revista, cegado por su deseo de una primicia, no necesariamente sobrevive al tercer acto", reflexiona el periodista.
Tratando de ser lo más discreto posible, le dijo al abogado que, "incluso bajo las mejores circunstancias, la relación entre un escritor fantasma y el personaje puede de vez en cuando… terminar en refriega".
Un libro de memorias es "un ejercicio de vanidad, y mi verdadera preocupación era que nuestros respectivos imperativos, entrando en una asociación de ese tipo, serían imposibles de conciliar".
Durante los años que estuvo prófugo en su carrera delictiva, generalmente invisibles para la Policía y la gente, "el ser humano real llamado Joaquín Guzmán había sido completamente subsumido por el personaje invencible, inalcanzable, proscrito romántico: el Chapo".
"Pensé en esta distinción entre el hombre y el mito mucho durante el fin de semana", tras la publicación de la cita secreta de Penn en la entrevista en Rolling Stone "Habla el Chapo", reflexiona el periodista del The New Yorker.
El periodista se hace eco de la alarma por diversos aspectos de la pieza de Penn: el hecho de que la revista Rolling Stone publicó la versión personal de un capo de la droga; que el interlocutor es un actor de Hollywood, quien escribe que tenía la intención de "suspender el juicio" acerca de Guzmán; que la revista, según una nota del editor, presentó el artículo a Guzmán antes de su publicación para su aprobación", a pesar de que el capo no pidió cambios.
En cambio, la cobertura de los cárteles en México está plagada de increíbles peligro –puntualiza–: "decenas de periodistas han sido asesinados, golpeados, intimidados y obligados, por los carteles, a autocensurarse".