Huang Yu, de 42 años, trabajó en un instituto de encriptación de Chengdu (provincia central de Sichuan) desde 1997 y hasta 2004.
Según el diario China Daily, el experto en ordenadores fue avisado de que sería despedido debido a su deficiente ejercicio laboral.
Huang ofreció en internet secretos de Estados que poseía y fue contactado por agencias de espionaje extranjeras no sido desveladas.
El condenado y un representante de la agencia extranjera se citaron en un hotel del sureste asiático, donde se realizó la entrega de tres documentos electrónicos con secretos militares.
Huang recibió en ese momento 10.000 dólares y la promesa de otros 5.000 dólares mensuales por más entregas.
Los viajes al extranjero se sucedieron hasta que Huang fue detenido en 2011 después de haber filtrado más de 150.000 documentos, incluidos 90 secretos de Estado, por los que recibió más de 700.000 dólares.
Aunque Huang ya había sido despedido, sus familiares y antiguos compañeros de trabajo le permitieron seguir accediendo a secretos de Estado como códigos secretos para encriptar las comunicaciones del Ejército, el Partido Comunista de China o el Gobierno.
La prensa china no especifica cuándo se dictó la sentencia ni si ya ha sido ejecutada.
La esposa de Huang fue condenada a cinco años y un cuñado a tres años por negligencia al entregar información confidencial.
Esta condena es la última a ciudadanos chinos involucrados en espionaje para agencias extranjeras.
Un hombre apellidado Tang fue condenado en 2012 a 15 años por revelar secretos militares a cambio de 200.000 dólares.
Tang, que trabajó como mensajero en una base militar durante seis años, había recibido entrenamiento en un país del sudeste asiático para realizar sus actividades de espionaje.
Las organizaciones de derechos humanos han criticado a menudo la ley china de revelación de secretos de Estado porque su falta de concreción permite aplicarla a menudo contra disidentes políticos.
