Somos sueños de nosotros mismos, almas en destellos,
Y uno para el otro sueños de sueños de otros.
(Fernando Pessoa, 1888 —1935)
Hay coincidencias en la vida que son difíciles de descifrar. El hecho de que dos titanes de la literatura universal, el español Miguel de Cervantes Saavedra y el británico William Shakespeare, dejaron este mundo en abril de 1616, con solo un día de diferencia, constituye uno de los misterios o coincidencias que hacen pensar en lo poco que sabemos de las leyes del universo.
Shakespeare se convirtió en el dramaturgo más importante de la literatura occidental, autor de las obras universales "Hamlet", "Macbeth", "Romeo y Julieta", "Otelo". También a su pluma le pertenecen 39 obras teatrales, 154 sonetos y cuatro obras líricas. Miguel de Cervantes escribió "Don Quijote de la Mancha", la obra considerada como una de las primeras y más resaltante novelas de la literatura universal. "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" es el libro más traducido y editado después de la Biblia.
Hay muchas incógnitas sobre la capacidad creativa de William Shakespeare y hay muchas hipótesis sobre el autor real que se escondía detrás del apellido Shakespeare, pero más allá de todo esto, el autor británico conocido como el Bardo de Avon (nació en Stratford-upon-Avon) para el escritor argentino Jorge Luis Borges, "nadie fue tantos hombres como aquel hombre, que a semejanza del egipcio Proteo, pudo agotar todas las apariencias del ser". (Borges se refiere a un antiguo dios del mar que podía cambiar de forma fácilmente).
También en "Ricardo III" trató de descifrar los motivos de un tirano cuya única meta es el poder. Sin embargo, muestra también que toda la impostura al servicio del poder queda anulada en el momento que se le aproxima a Ricardo III la muerte: el rey ofrece su reino a cambio del caballo que le salvaría la vida: "¡Mi reino por un caballo!" (Quinto acto, escena IV).
Lo curioso fue que los sufrimientos de Hamlet no los padeció el Bardo de Avon, quien tuvo una vida muy cómoda y cercana a la Corte, sino a su contemporáneo Miguel de Cervantes que peleó en la guerra como soldado, estuvo al servicio del cardenal Acquaviva, luchó en Lepanto y estuvo ocho años preso en Argel, hizo además de espía en el norte de Marruecos y cayó prisionero de piratas.
Logró volver a España y la recorrió como comisario (recaudador) para el acopio y provisión de víveres destinados a las Armadas y Flotas de Indias. Al quebrar el banco donde depositaba las recaudaciones, fue metido preso en la cárcel pública de Sevilla en la Galera de Hierro escuchando cada noche aullidos de dolor que provenían de la Galera Vieja y tratando de sobrevivir junto con la suciedad, el tedio y el calor.
Ahora en la misma cárcel sevillana, luce una placa que reza: "En el recinto de esta casa, antes cárcel real, estuvo preso (1597-1602) Miguel de Cervantes Saavedra, y aquí se engendró para el asombro y la delicia del mundo ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha'. La Real Academia Sevillana de las Buenas Letras acordó perpetuar este glorioso recuerdo, año de MCMLXV". Para la Academia Real, el encierro de Cervantes se convirtió en un "glorioso recuerdo" pero para el autor de don Quijote fueron años de sufrimiento e injusticia que logró sobrevivir gracias a don Quijote que le susurraba al oído el texto de su novela que se hizo inmortal y a las monedas de las que disponía para "ablandar la mala voluntad de los carceleros" para que le trajeran papel, una pluma y algo de tinta para escribir.
Las exaltaciones de don Quijote, sus hazañas imaginarias donde la realidad y la fantasía se confunden están orientadas a mostrar al lector la incapacidad de la nobleza de adaptarse a los cambios de la sociedad española que representaban los molinos de viento. Para los nobles, la mayoría empobrecidos, estos molinos eran "desaforados gigantes, con quién (don Quijote) pensó hacer la batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos empezaremos a enriquecer".
A la nobleza, que no sabía nada del trabajo productivo y lo único que manejaba para ganar dinero era prestar o vender sus propiedades, Cervantes antepone al campesino cuya "vida está regulada no por el honor, sino por el beneficio". Con un gran sentido de humor Cervantes hace reír a sus lectores describiendo la percepción de don Quijote soñador sobre la Dulcinea del Toboso como "una bella dama, tímida, honorable de la clase noble", mientras que en realidad era una campesina fuerte, trabajadora y valiente. Es decir, ya estaba anticipando los cambios de roles de género en España. Mientras los hombres estaban soñando con los dragones y bellas damas, ya eran aquellas bellas damas que lidiaban con los desafíos de la vida cotidiana.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano escribió alguna vez que "metido en su armadura de latón, montado en su rocín hambriento don Quijote parecía destinado al perpetuo ridículo. Este loquito se creía personaje de novelas de caballería y creía que las novelas de caballería eran libros de historia. Pero los lectores, que desde hace siglos nos reímos de él, nos reímos con él. Una escoba es un caballo para el niño que juega, mientras el juego dura, y mientras la lectura dura compartimos las estrafalarias desventuras de don Quijote y las hacemos nuestras".
Por algo, como recalcó Galeano, en su última carta de despedida a sus padres, el Che Guevara no eligió una cita de Marx sino escribió: "Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante. Vuelvo al camino con mi adarga al brazo".
Un siglo antes, el escritor ruso Iván Turguéniev (1818-1883) afirmó que "Cuando ya desaparezcan personas como don Quijote, tendrá que cerrarse el libro de la historia. No habrá nada que leer en él".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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