El piloto, Terry McMillen, no resultó herido y pudo abandonar el vehículo por su propio pie tras la explosión. Después de revisar el coche, los ingenieros no encontraron roturas en el motor, lo que le hizo sospechar a McMilenn que el accidente podría ser fruto de un sabotaje por parte de sus rivales.
Según los representantes de la Asociación Nacional de Hot Rods —NHRA, por sus siglas en inglés—, esta ha sido la explosión más potente en los últimos diez años del circuito de 'drag racing'.