El marco de la futura cooperación se estableció en marzo de este año en Pekín. En aquel momento, la compañía eléctrica rusa Rosseti, la Corporación Estatal de la Red Eléctrica de China —SGCC, por sus siglas en inglés—, la Corporación de Servicio Público de Corea (KEPCO) y la empresa japonesa de telecomunicaciones Softbank Group rubricaron el memorándum sobre la promoción del sistema interconectado de energía eléctrica que abarcará la mayor parte del noreste de Asia.
Se espera que a medio plazo se lleven a cabo algunos proyectos en particular, como la conexión energética entre Sajalín y Hokkaido. En agosto, las empresas RusHydro y Mitsui se comprometieron a tender un cable submarino entre la isla rusa y la nipona, lo que permitirá suministrar electricidad directamente a Japón.
Las negociaciones ruso-japonesas en materia energética se activaron tras la avería de la central nuclear de Fukushima en marzo de 2011. A partir del trágico incidente, el país nipón sufrió una escasez de electricidad debido a la paralización de todas las plantas de energía nuclear.
Rusia fue elegida entonces como socio estratégico de Japón con tal de reducir los riesgos asociados con los suministros provenientes de Oriente Próximo, sostuvo Nobuo Tanaka en la conferencia de prensa llamada Gaztech:
"La situación inestable en esta región nos obliga a diversificar tanto los recursos energéticos, sea energía nuclear, petróleo, gas o carbón, como a los proveedores. Si apostamos por el gas, sería razonable pasar de Oriente Próximo a los suministradores de Norteamérica, Australia, los países del APEC —Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico— y especialmente Rusia, que puede convertirse en la mayor fuente de energía".