Luego se abrió un período de reflexión para pedir perdón a Dios que culmina hoy.
En esta jornada, los judíos ayunan, rezan en la sinagoga y meditan en casa o salen a dar un paseo a pie o en bicicleta aprovechando que los coches prácticamente no circulan dentro de las poblaciones ni por las carreteras.
Las fronteras de Israel se cierran, incluso el espacio aéreo, y las televisiones y radios israelíes suspenden sus emisiones.
Los territorios palestinos están cerrados: no se permite entrar ni salir a los palestinos de Cisjordania ni de Gaza, que habitualmente necesitan un permiso.
En Yom Kippur no se conceden autorizaciones y los controles militares están cerrados para el paso de palestinos.
Las medidas de seguridad en este día siempre se extreman, pero este año son aún más amplias, después del ataque en que un palestino mató a dos israelíes el domingo pasado en Jerusalén.
Incluso una mayoría de judíos seculares que habitualmente no cumple los preceptos religiosos sigue el Yom Kippur, que empezó ayer al ponerse el sol y acabará hoy cuando caiga la noche.