La colonia de Amoná se empezó a construir a partir de 1996 en el territorio palestino ocupado de Cisjordania. La ONU considera los asentamientos judíos en el territorio de Cisjordania como ilegales y contrarios al derecho internacional.
En contra de la ONU y de Trump
Tel Aviv declaró que no tiene la intención de cumplir esta resolución. Por su parte, Netanyahu calificó la acción como una "vergüenza".
La aprobación de la resolución enturbió las relaciones entre Israel y la anterior Administración estadounidense encabezada por Barack Obama. Israel esperaba que Estados Unidos bloqueara la resolución, a través de su derecho a veto, sin embargo, la exembajadora de Estados Unidos ante la ONU, Samantha Power, se abstuvo de votar.
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Poco después, tuvo lugar la visita de Netanyahu a Washington, durante la cual Donald Trump prometió lograr un "gran acuerdo de paz" entre Israel y Palestina para descongelar el proceso, prácticamente estancado desde 2014. Al mismo tiempo, instó a ambas partes a mostrar moderación, y pidió a Netanyahu "calmarse un poco" respecto a la construcción de nuevos asentamientos, considerados por el mandatario estadounidense como "algo bueno para el mundo".
Menos de dos meses después de la visita, el gabinete político-militar aprobó la construcción de un nuevo asentamiento israelí en el Valle de Shiló.
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La creciente tensión
Netanyahu había advertido al presidente de EEUU que tenía que mantener la promesa de la construcción del asentamiento de Shiló por "razones políticas puramente nacionales".
Al mismo tiempo, la posición inflexible de Israel respecto a la resolución número 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU está causando un serio descontento en Oriente Próximo.
Bajo la protección de Washington
Está escalando no solo el conflicto entre los israelíes y los palestinos, sino también aumenta la tensión en las relaciones de Israel en la ONU.
Un día antes de aprobar la construcción del nuevo asentamiento, Israel anunció que reducía su contribución a la financiación de las Naciones Unidas en dos millones de dólares al año.
En cuanto a EEUU, su posición fue expresada por la nueva representante permanente ante la ONU, Nikki Haley, que declaró que la nueva administración de EEUU no permitirá que se haga daño a Israel y no aceptará una resolución en su contra.
Haley calificó la aprobación de la resolución número 2334 como "acciones injustas contra el Estado judío", según The Jerusalem Post.