A finales de marzo, Rusia sostuvo que no debe dar explicaciones a la OTAN por los cohetes que despliega en su propio territorio.
"El despliegue de los misiles Iskander es una evidencia de la tendencia a la militarización y el aumento del control del espacio aéreo y varios Estados miembros de la OTAN que limitan con Rusia lo consideran como una amenaza para su seguridad", dijo Gottemoeller en una entrevista al periódico Kommersant.
En octubre pasado el Ministerio ruso de Defensa confirmó que traslada misiles a esta región para mejorar la capacidad de sus fuerzas.
Los países bálticos y Polonia reiteran continuamente que Rusia amenaza su seguridad, aunque Moscú recalcó en reiteradas ocasiones que no tiene planes de atacar a ningún país de la OTAN.
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El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, sostuvo que la OTAN utiliza este argumento para concentrar una gran cantidad de tropas y material bélico cerca de las fronteras rusas.
Paralelamente, el bloque bélico sigue desplegando armas antimisiles de EEUU en Europa.
En mayo de 2016 entró en servicio el sistema estadounidense Aegis Ashore —parte del escudo antimisiles de la OTAN— en la base de Deveselu, en Rumanía, a unos 600 kilómetros al oeste de la península rusa de Crimea.
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El Pentágono está construyendo otra instalación similar con radares y misiles interceptores en la localidad polaca de Redzikowo, a unos 180 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado.