Se supone que los simpatizantes de Gülen en Alemania eran espiados por agentes del servicio de inteligencia turco MIT y activistas locales de la Unión Turco-Islámica de Asuntos Religiosos (DITIB).
El MIT incluso había pasado a los servicios de seguridad alemanes una lista de más de 350 sospechosos con direcciones, números de teléfono y fotografías y los datos de unas 200 escuelas, clubes y organizaciones asociadas con el antiguo aliado y hoy enemigo del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Ankara exige a EEUU la extradición del imán opositor, que desde 1999 vive autoexiliado en Pensilvania.
El propio Gülen rechaza rotundamente su implicación en los sucesos del 15 de julio, propone establecer una comisión internacional para investigar la asonada e insinúa a que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se aprovecha de la situación para dar un golpe blando contra la Constitución.