Aunque el Acuerdo para la Terminación Definitiva del Conflicto fue firmado en Bogotá desde el 24 de noviembre de 2016, sin embargo, el camino hacia la paz es un proceso lento y fangoso como los terrenos que hoy ocupan los diferentes Bloques de la guerrilla en las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y los 6 campamentos o Puntos Transitorios de Normalización, repartidos por el territorio colombiano.
En la ZVTN 'Heiler Mosquera', ubicada en el municipio de Puerto Asís, Departamento del Putumayo, a unos 40 kilómetros de la frontera con Ecuador, se establecieron medio millar de guerrilleros del Bloque Sur de las FARC-EP y el cuadro que encontraron fue el mismo: casas sin puertas ni ventanas, baños instalados en un 30% y un lodazal casi imposible de transitar cuando caen las copiosas lluvias amazónicas.
"Aquí el terreno es llano, de clima caliente tropical muy lluvioso, más o menos 2.500 mm de agua anual, la selva que pervive es probablemente el 40 % del total de las tierras, el resto fue talado para pastos y coca. Si se tiene en cuenta que hace 10 años atrás era pura selva, es desolador", describe a este cronista un guerrillero que aún mantiene activo su mecanismo de supervivencia y prefiere el anonimato.
"Nos levantamos a muy tempranas horas de la mañana, como es habitual en la vida guerrillera", explica la guerrillera Viviana Duarte.
"Lo único inusual es una planta eléctrica ensordecedora, de ruido estresante, pero es la que nos abastece de energía eléctrica para el funcionamiento de las diferentes máquinas y herramientas" y agrega "en estos momentos la tarea fundamental es construir las casas prefabricadas para estar cómodamente y también se vienen desarrollando diferentes cursos como periodismo, diseño gráfico, panadería, enfermería, algunos brindados por el Estado y otros como iniciativa guerrillera, como temas de trabajo organizativos. Por ejemplo: familiares de guerrilleros, entidades del gobierno y organizaciones sociales que quieren aportar a la construcción de la Paz", dice Viviana y la firmeza de sus palabras no permiten dudar de la convicción con la que encara esta nueva etapa.
La mayoría son jóvenes que ingresaron a la lucha armada cuando asomaban a la adolescencia, por motivos muy parecidos casi todos pero con realidades y expectativas muy distintas hacia el futuro que la pacificación pone frente a ellos.
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Analistas y autoridades militares suelen coincidir en que las FARC-EP están integradas por unos 6.800 hombres y mujeres, estas últimas ocupan el 44% de la tropa.
"En las FARC-EP siempre ha existido la igualdad de condiciones, son deberes y derechos de los guerrilleros", despeja las dudas Viviana, quien tuvo bajo su mando una escuadra integrada por ambos sexos, y cuando se le señala que aún detrás de las armas y uniformes es llamativa la manera en que ella y sus compañeras reflejan el toque de coquetería femenina, arregladas y maquilladas, aclara: "Aunque la guerra ha sido dura nunca hemos perdido ese toque femenino", una respuesta que por sencilla no deja espacio para buscar otras razones.
Algunas historias de miembros de las FARC-EP, sobre todo mujeres, están precedidas de un contexto de miseria, violencia o abuso, pero el de Viviana es bien distinto.
Abandonó Florencia, capital del sureño Departamento de Caquetá, e ingresó porque "quería vivir un mundo distinto al del estudio y el de una ciudad. Quería vivir qué era la guerra".
Pasó una década y media combatiendo en la selva, la montaña, pero apenas si pasa los 30 años y ahora tiene un nuevo desafío.
¿De qué manera te preparas para una vida en paz?
En el transcurso de mi vida guerrillera en la selva, aprendí primero a ser persona, a valorar a los demás, a compartir y ayudar a la gente, creo que esto me servirá para colaborar a construir una vida en paz. Por otra parte amo la comunicación social y precisamente en estos momentos me estoy formando como periodista.
"Desde el primer momento en que nos dimos cuenta de la tragedia de Mocoa, extendimos nuestra voz de solidaridad, nos pusimos a disposición del pueblo putumayense para ayudar en el rescate y la reconstrucción, siempre y cuando el gobierno nos permita salir de las Zonas Veredales pero hasta ahora no hemos tenido respuesta alguna.", asegura y se le adivina molesta con esa actitud.
Acciones que la prensa no reflejó.
"Sobre los medios de comunicación", analiza, "creemos que hay algunos todavía que no entienden este momento histórico que vive el país y son aquellos que defienden intereses económicos muy lucrativos, no les interesa mostrar a las FARC como gente que se solidariza con las víctimas. Eso sería exponer la verdadera realidad del movimiento guerrillero."
"Como vamos a ser parte de un movimiento político estamos prestos a las tareas y misiones que nos asigne el Partido, pero en mi vida personal quisiera ser una gran directora de cine y televisión y no solamente dirigir, sino aportar mis conocimientos a personas que quieran aprender del tema", declara sin dudar los objetivos.
Cuando se le interroga, con la lógica mundana, sobre la posibilidad de formar una familia y traer niños al mundo, contesta rotunda: "Lo que quiero es estudiar. Y algún día ser útil para mi pueblo también"
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Una compañera suya, Sarah Luna Nariño, que está en la Vereda de La Macarena, compartió su definición sobre el rol que tendrán las guerrilleras en vida civil: "No cambiaremos el fusil por la escoba"
"Mis anhelos no son otros, te lo aseguro", coincide Viviana mientras acomoda su larguísima cabellera para inclinarse nuevamente sobre el teclado y acabar de editar el vídeo que narra la vida de sus compañeros con heridas y mutilaciones de una guerra que quieren dejar atrás.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK