"No hubo ningún delito, se trata de un crimen de pensamiento, (…) un delito que puede ser cometido en el futuro, es como una película de ciencia ficción cuando te juzgan por futuros delitos", dijo Bout.
Comentando la reciente declaración de la jueza Shira Scheindlin que había calificado de "demasiado duro" e "inadecuado" su propio dictamen contra Bout, el empresario cuestionó: "¿Qué puede hacer la jueza?"
"Adopta automáticamente la decisión que el Gobierno (de EEUU) espera de ella", apostilló Bout y comentó que "la cantidad de fallos acusatorios en la Corte del Distrito Sur de Nueva York es del cien por cien".
En cuanto a las relaciones entre Moscú y Washington, Bout dijo que no ve "ningún indicio de cambios".
Añadió que reza cada vez por que "no haya otra guerra" ya que "actualmente a las naciones rusa y estadounidense las empujan hacia un horrible conflicto nuclear".
Bout evaluó los esfuerzos por parte de Rusia que "hizo todo lo posible" para ayudarle, sin embargo, desde su punto de vista, el problema radica sobre todo en la postura de las autoridades estadounidenses.
El empresario ruso fue arrestado en Tailandia en 2008 y extraditado a EEUU en 2010, que lo condenó a 25 años de cárcel por un supuesto intento de vender armas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una organización guerrillera catalogada por la Casa Blanca como terrorista.
En 2014, la defensa del empresario solicitó la revisión de caso, sin embargo, la solicitud fue rechazada en primera instancia.
Los abogados recurrieron ese fallo ante la Corte de Apelaciones de Nueva York, pero el recurso también acabó desestimado a mediados de noviembre de 2016.
La defensa de Bout se centra en que la investigación fiscal ocultó una evidencia crucial para probar su inocencia.
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En abril pasado, la Corte Suprema de EEUU rechazó examinar una apelación de Bout.