Los científicos de la Universidad Carnegie-Mellon dotaron a un cuadrocóptero con un 'blindaje' de plástico y lo programaron para que se moviera de manera esporádica y analizara los resultados de sus movimientos. Todo, a favor de la ciencia.
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La idea detrás del experimento fue recopilar una gran base de datos visuales para que la red neuronal responsable del vuelo aprendiera a analizar el entorno y eligiera una trayectoria segura para el aparato por sí misma.
En total, durante el proceso de aprendizaje autónomo de 40 horas, el aparato se chocó 11.500 veces con varios obstáculos, colocados en 20 habitaciones diferentes.
No obstante, tras todos estos ensayos y errores 'dolorosos', el aparato demostró tener un buen —aunque todavía no ideal— dominio del vuelo autónomo. Esto supone un avance prometedor en el enfoque que investiga los sistemas de aprendizaje autónomo de las máquinas.