En entrevista con Radio Sputnik, Maisa cuenta que se interesó por el ballet clásico tras practicar, "desde los 5 años", la gimnasia rítmica, que fueron sus "primeros pasos en el ámbito deportivo".
A sus 15 años le aceptaron en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, y durante sus estudios en la misma tuvo "la oportunidad de bailar en el Gran Teatro de La Habana, y eso fue maravilloso".
Pero cuando quiso "dar el gran paso" e ingresar en "la gran compañía", donde "están los mejores bailarines de Cuba", entre ellos la célebre Alicia Alonso, se dio cuenta de que es imposible. "Desgraciadamente, no me aceptaron, porque, supuestamente, soy negra", dice nuestra interlocutora, quien añade que "de chiquita" vio "que el ballet solamente era para las personas blancas".
No obstante, Maisa no se desesperó y la "aceptaron con los brazos abiertos" en la compañía de baile de Santiago Alfonso, donde desarrolló danzas latinoamericanas. "Con ellos empecé a hacer giras por el mundo, hasta que llegué a Rusia", sostiene la bailarina, quien se quedó en el país eslavo porque se enamoró "de un ruso".
Los dos enamorados hablaron "mediante el traductor del celular" y unos meses después Maisa decidió a aprender ruso. "Yo misma encontré en Internet cursos de ruso y empecé a estudiarlo", cuenta la cubana, quien aprendía "100 palabras y una frase completa al día" y en un año consiguió hablar ruso "bastante bien".
Esto, sumado a su talento de baile, le permitió pasar un casting organizado por un canal televisivo ruso en el cual participaron "al menos 1200 bailarines muy, muy buenos y preparados", y participar en un famoso show de danzas.
"Mediante este programa gané el cariño y el amor del pueblo ruso", indica Maisa y prosigue que le empezaron a llamar desde escuelas, pidiendo masterclasses, gracias a lo cual recorrió numerosas ciudades rusas, entre ellos Irkutsk, en Siberia, o Cheliábinsk, que se hizo famoso tras la caída allí de un meteorito en 2013.
Durante estos viajes, la bailarina se enamoró de la cultura rusa y de su pueblo, al cual califica como "el más sincero". También le encanta mucho la comida rusa, sobre todo las ensaladas.
Pero hay algo que le gustaría cambiar en ese país. Y es que los rusos "no bailan mucho". Es por ello que Maisa tiene previsto abrir en Moscú "una escuela de danza".




