Según el documento, el rápido aumento del consumo de alcohol en Rusia se debe a la profunda crisis de demografía y salud que experimentó el país eslavo después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991. Este periodo quedó marcado por alta mortalidad prematura, morbilidad y discapacidad entre los jóvenes.
De esta manera, apunta el medio, la OMS califica el alcoholismo como una enfermedad social, generada por una profunda crisis, y no como una característica determinada histórica- y genéticamente. Asimismo, la principal forma de arreglar la situación consistía en la "reformulación de la política de salud", con el fin de controlar el mercado del alcohol y reducir su consumo.
Así, fue prohibida o restringida la publicidad del alcohol en el transporte público (2008), en internet (2012) y en los medios (2013). Además, en 2010 aumentaron los precios mínimos de las bebidas alcohólicas fuertes y se adoptó un programa nacional de lucha contra el alcoholismo.
En otras palabras, la OMS a la vez descartó la noción de 'predeterminación' genética de los rusos hacia el alcoholismo y reconoció la eficacia de las medidas restrictivas introducidas por las autoridades rusas en el marco del programa centralizado de la reducción de las tasas de morbilidad y mortalidad, resume el medio.