"Estamos despidiendo en el Palacio de Bellas Artes a José Luis Cuevas, México le brinda su gratitud", dijo la secretaría de Cultura de la Ciudad de México en su portal oficial.
"El máximo recinto cultural del país abre sus puertas, para dar el último adiós al pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador mexicano", dijo el organismo del Gobierno de México.
"Cuevas ocupará su sitio entre los más altos constructores de nuestra cultura", dijo en la ceremonia el arquitecto y artista Fernando González Gortázar.
El homenaje terminó a las 19.00 locales (01.GMT) pero las guardias de honor continuaron como tributo al mayor "rupturistas" con el muralismo oficialista del nacionalismo de la Revolución Mexicana del siglo XX, encabezado por José Clemente Orozco, y los comunistas Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros.
Una controversia familiar
En el acuerdo de homenaje no participaron las hijas del primer matrimonio de Cuevas con Bertha Riestra y se tomó con la viuda Beatriz del Carmen Bazán.
María José Cuevas, una de las tres hijas, dijo que se enteró de la muerte de su padre a través de las redes sociales.
"En este instante esta cucaracha está incinerando a mi papá en secreto, sin la sensibilidad ni elegancia de dejar que nos despidamos de él", protestó María José.
El mensaje fue borrado y reemplazado por otro: "Cómo lo entiendo? ¿Dónde lo acomodo? ¿A dónde corro a abrazarte? Cómo nos despedimos?", con una fotografía de niña junto a su padres y su madre Bertha Riestra, quien falleció en el 2000.
"Estoy profundamente triste, no hay dolor más grande e impotente que el secuestro físico y mental", escribió su hija.
El propio pintor calificó esa vieja diatriba familia como "un insulto a mi integridad humana e intelectual", en una conferencia de prensa que ofreció en 2014.
En el siglo XX, el fundador del llamado "neofigurativismo", Cuevas se dedicó a pintar escenas en hospitales y prostíbulos, con pordioseros, locos y enfermos, como personajes a la vez bellos y monstruosos.