A pesar de que la mayoría de las religiones organizadas se opone al uso de sustancias ilícitas, unos sacerdotes católicos, ortodoxos y presbiterianos, un zen budista y varios rabinos acordaron participar.
A los investigadores les queda persuadir a un imán musulmán o a un sacerdote hindú para que también tomen parte en el estudio. En este caso, la investigación cubrirá todas las principales religiones.
Los clérigos tomarán las drogas y se acostarán en un sofá, con un antifaz, escuchando música religiosa con los auriculares, para aumentar los efectos del viaje espiritual hacia el propio interior.
"Su tarea es llegar adentro y recolectar experiencias. Hasta ahora todos valoran increíblemente su experiencia. Nadie ha estado confundido ni molesto ni se arrepiente de hacerlo", dijo William Richards, uno de los investigadores.
Un análisis completo de los resultados se realizará tras un seguimiento de un año de los voluntarios, cuyas identidades se mantienen anónimas. Aunque es bastante pronto para hablar de los resultados, indicó Williams, los participantes generalmente parecen percibir una "apreciación más profunda de su propia herencia religiosa".
"Ellos descubren que realmente creen en las cosas de las que hablan", apuntó.
La idea de que las drogas pueden producir experiencias místicas no es nueva y fue estudiada previamente en un famoso estudio de la Universidad de Harvard, conocido como el Experimento de Viernes Santo (Good Friday Experiment).
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La investigación de 1962 involucró a un grupo de eruditos seminaristas a los que les dieron psilocibina durante el servicio de Semana Santa. El estudio tenía como objetivo analizar cómo la droga alteraba su experiencia de la liturgia.