Las maniobras indican una asociación más estrecha entre Moscú y Pekín, pero no la proximidad de una alianza militar formal, según analistas tanto de Rusia como de Estados Unidos, citados por el rotativo.
"Una alianza completa significa un compromiso escrito para apoyarse mutuamente en la esfera militar. No es probable que tengamos un tratado así en el futuro previsible. Pero el nivel real de cooperación en materia de defensa y coordinación de políticas es el de una alianza", afirma al medio Vasili Kashin, investigador principal del Centro de Estudios Europeos e Internacionales de la Escuela Superior de Economía de Moscú.
Mientras que los ejercicios ruso-chinos definitivamente tienen valor militar práctico, los líderes de los dos Estados también están enviando un mensaje geopolítico a Occidente. Ambas potencias tienen la intención de hacer operaciones navales tan costosas como sea posible para Estados Unidos y sus aliados.
"Es un juego de declaraciones", dijo James Holmes, profesor de estrategia en la Escuela de Guerra Naval de EEUU. Es obvio que el mensaje de Moscú y Pekín es que la era de la dominación naval occidental y particularmente norteamericana está llegando a su fin.
Ejercicios ruso-chinos en el Báltico: ¿Un motivo de preocupación para la OTAN?
Al fin y al cabo, el recado más importante para Estados Unidos es que Rusia y China están acercándose con el objetivo de desafiar el dominio global de Washington. Y podría ser precisamente la política exterior estadounidense durante los últimos 25 años la que ha forzado inadvertidamente a dos antiguos enemigos a cooperar para retar su hegemonía, concluye Majumdar.