La participación de Putin en el Concilio será un evento simbólico, afirma Román Lunkin, jefe del Centro para el Estudio de la Religión y la Sociedad en el Instituto de Europa de la Academia Rusa de Ciencias.
"La última vez [que un líder político participó en este encuentro] fueron los emperadores bizantinos, que incluso interfirieron en las reuniones de la iglesia", recuerda Lunkin.
En esta edición sus participantes recordarán no solo la restauración del patriarcado en Rusia, en 1917, tras más de 200 años de período sinodal —que implicaba la subordinación de la Iglesia al Estado—, sino también el centenario de los eventos revolucionarios y la posterior persecución religiosa.
"Esta es la restauración de la justicia histórica. Se está rompiendo el círculo vicioso de las revoluciones, la actitud cruel hacia el clero. Se está restaurando la integridad simbólica del mundo ruso, que como idea es de gran importancia para el presidente", explica el experto.
Sin embargo, el golpe más duro para la Iglesia ortodoxa fue propinado en el siglo XX por los bolcheviques. La persecución religiosa se mantuvo durante casi toda la época soviética. Sin embargo, con la caída de la URSS, la Iglesia empezó a recuperar su poder y visibilidad social.