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Apocalipsis de bolsillo: las armas atómicas más compactas del mundo

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Las bombas nucleares portátiles, capaces de ser ocultadas y transportadas en un maletín o una mochila, han sido durante años un recurso muy utilizado en las películas de acción y suspense. La combinación de robustez y un enorme poder destructivo podría convertir a una sola persona en una bomba andante, capaz de poner de rodillas a un Estado.

Sin embargo, esa amenaza, si bien existe, proviene esencialmente de grupos radicales y nunca desempeñó un papel significativo en las estrategias militares de diferentes potencias. Teniendo a su disposición misiles intercontinentales, capaces de hacer llegar la carga literalmente a cualquier rincón del globo, las mini bombas se hacían simplemente inútiles. No obstante, estas armas apocalípticas no se limitaron a ser instaladas en bombarderos y silos.

Sputnik te acerca una compilación de los ejemplares de armas nucleares más compactos desarrollados por la humanidad.

El 'lanzagranadas suicida'

Uno de los explosivos atómicos más compactos es el proyectil M-388 lanzado por el sistema M-28 o M-29 Davy Crockett. Fue diseñado en la década de los 50 para neutralizar las unidades de tanques soviéticos desplegadas a lo largo de las fronteras que dividían Alemania y Corea. Con un peso de tan solo 35 kilogramos, el explosivo atesoraba una potencia equivalente a entre 10 y 20 toneladas de TNT.

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El cañón lanzaba el proyectil a una distancia de entre 800 metros y cuatro kilómetros y se suponía que, al ser usado, los operadores debían retirarse del lugar lo más rápido posible. Sea como fuere, cuatro kilómetros es también la distancia de alcance efectivo para la artillería del potencial contrincante, por lo que los propios operadores del M-29 Davy Crockett podrían ser víctimas de un ataque directo.

De ahí que esta arma no alcanzara su producción en masa. Desde 1956 se fabricaron 2.100 unidades, que se retiraron del servicio en la década de los 70.

Artillería nuclear

De todos los proyectiles de artillería nucleares soviéticos, el más diminuto fue el 3BV3. Fabricados para el uso en los obuses autopropulsados 2S19 Msta, 2S3 Akatsiya y otros sistemas de calibre 152 mm, este tipo de munición entró en servicio en 1981. Con un peso de 53 kilos y un largo de 774 milímetros, este proyectil poseía una potencia de 2,5 kilotones, mientras que el alcance acertado superaba los 17 kilómetros.

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En la época de la Guerra Fría, este tipo de municiones contaban con una importante ventaja sobre las bombas aéreas de caída libre o los misiles balísticos. Estos últimos serían efectivos en una hipotética guerra total, cuando el propósito fuera causar el máximo daño al enemigo destruyendo sus ciudades, puertos y grandes concentraciones de infraestructuras. Sin embargo, eran poco eficientes a la hora de realizar operaciones tácticas contra sus fuerzas militares, intentando preservar las instalaciones civiles. Esta tarea en aquella época la cumplía la artillería.

Con el desarrollo tecnológico y la entrada en juego de los misiles de crucero, este tipo de proyectiles pasó a un segundo plano.

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Destrucción aérea masiva

En 1961, la Fuerza Aérea de EEUU puso en servicio su único misil guiado aire-aire con carga atómica, el AIM-26 Falcon. Para la época, aún no existían sistemas antiaéreos de misiles, por lo que la única salvación contra los bombarderos estratégicos enemigos eran los cazas. No obstante, la imperfección de los sistemas de guiado no permitía a las naves estadounidenses combatir efectivamente a los bombarderos supersónicos soviéticos Tu-22 y M-50.

Esto llevó a los ingenieros del Pentágono a desarrollar un misil atómico para el combate aéreo. De esta manera, se buscaba derribar escuadrones enteros de bombarderos, incluso si el misil fallaba con un margen de hasta 100 metros de su objetivo. Con unos 2,1 metros de largo, 290 milímetros de diámetro y 92 kilos de peso, cada misil cargaba un equivalente a 250 toneladas de TNT y alcanzaba unos 2.300 km/h.

Las prácticas demostraron que el AIM-26 no era un arma fiable. El explosivo a menudo fallaba y su ojiva era muy delicada a la hora de estallar. En 1972, el último AIM-26 fue retirado de las Fuerzas Aéreas de EEUU.

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