El mundo se ha vuelto loco. Al menos, eso parece si analizamos con detalle las temperaturas que se han registrado durante los últimos meses en la capital rusa. El año 2017 empezó de una manera un tanto inusual y todo hacía presagiar que se trataría de un año especialmente frío. De hecho, el 6 de enero —en la víspera de la Navidad ortodoxa— se batió un récord de temperatura que permanecía intocable desde hacía 120 años. Los termómetros descendieron hasta los —29,9 grados.
Ese no fue el único 'día récord' que dejó el año pasado en Moscú. El verano estuvo marcado por las frecuentes lluvias y las bajas temperaturas. De hecho, el 15 de junio se batió un nuevo récord con sus solo 9,5 grados —la temperatura más baja registrada en los últimos 140 años para esas fechas en la capital rusa—.
Pero si el verano fue frío… el invierno fue precisamente todo lo contrario: 'caluroso' —en el sentido ruso de la palabra— y sin nieve.
De hecho, muchos moscovitas no dejaron de preguntarse durante el invierno, mientras paseaban por las calles engalanadas con motivo de las fiestas, "¿dónde está la nieve?".
No obstante, parece que el 2018 ha traído nieve y un descenso de las temperaturas, todavía lejos de las registradas en 2017. Una grabación con una cámara drone de Russian Lover muestra precisamente el antes y el después de la llegada de las nieves a Pavlovski Posad, una zona residencial de la provincia de Moscú.
¿Tal vez se haya acabado el tiempo de los récords de temperaturas? ¿O tendremos que acostumbrarnos a ello?