"Después del 2004, el presupuesto militar de Azerbaiyán se disparó, empujado por el alza de los precios del petróleo —la exportación de crudo es una de las principales fuentes de ingresos del país azerí—. Paralelamente, las compras de armamento aumentaron. A partir del 2008, Azerbaiyán alteró radicalmente el modelo de sus importaciones militares", declaró.
La ventaja técnico-militar de Azerbaiyán sobre las Fuerzas Armadas de Armenia y Nagorno Karabaj —el enclave armenio independiente 'de facto' de Azerbaiyán— se hizo obvio ya en 2014. Bakú tenía dos veces más tanques y piezas de artillería de calibre superior a los 100mm, y tres veces más lanzacohetes múltiples, profundizó Makienko.
"La enorme ventaja en lanzacohetes múltiples pesados de largo alcance es un factor desestabilizador. La experiencia del pasado nos dice que el riesgo de escalada aumenta precisamente cuando el equilibrio de las fuerzas cambia", subrayó.
"Azerbaiyán no pudo simplemente resistir la tentación de poner a prueba el nuevo equilibrio de fuerzas después de haber invertido cerca de 25.000 millones de dólares en armamento y modernización del Ejército a lo largo de los últimos 10 años", indicó el analista.
El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán es uno de los pocos casos en los que Rusia y Occidente "no se meten en juegos de suma cero". Estados Unidos y Europa insisten en la persistencia del régimen de alto el fuego hasta un plazo indefinido, aclaró.
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Asimismo, no solo Occidente y Rusia apoyan la misma solución, sino también Irán, agregó.
"Es un consenso único, es un precedente perfecto. Sin embargo, lamentablemente, esto no garantiza que se logre evitar un nuevo baño de sangre", concluyó Makienko.
