Hubo lugar para las bromas por parte de Kim: prometió "no despertar nunca más durante la noche" al presidente surcoreano con lanzamientos de misiles. Y tras darse la mano en la frontera y charlar brevemente, surgió una inquietud del mandatario sureño: "Ahora usted vino al lado sur, ¿cuándo puedo ir yo (al Norte)?", dijo Moon después de conocer a Kim en la línea de demarcación militar (LDM). "Podemos ir ahora", respondió Kim Jong-un. Acto seguido, tomó de la mano al presidente de Corea del Sur y lo llevó brevemente a su país.
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El profesor de Economía Política de la Universidad del País Vasco, Joaquín Arriola, opina que se trata "de un encuentro que anuncia importantes transformaciones en las relaciones políticas entre las dos Coreas, pero no sólo eso. Anuncia también un cambio geopolítico importante en el noreste de Asia. No hay que olvidar que los pergeñadores de este encuentro siguen jugando un papel en la sombra y un papel discreto como le gusta hacer precisamente al Gobierno chino. Por lo tanto se presenta como una reconciliación estrictamente coreana, pero es bastante más que eso", concluye Joaquín Arriola.