"Sí, ha fallecido, ¿no tiene derecho de morir?", dijo escuetamente la hija del exgobernante, Luis García Meza, a reporteros que se aglomeraban en el hospital militar de La Paz buscando confirmación de los primeros reportes sobre el deceso del exdictador derechista condenado por asesinatos y otros delitos de lesa humanidad.
García Meza, quien cumplía desde 1994 una condena de 30 años de cárcel sin derecho a indulto, llevaba internado más de un año en ese hospital, en una situación ampliamente criticada por sectores que denunciaron un supuesto trato preferencial.
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El exdictador había sido condenado también a cadena perpetua en Italia, en 2017, en un juicio por el llamado Plan Cóndor de represión política ejecutado por varias dictaduras sudamericanas en las décadas de 1970 y 1980.
García Meza asumió el Gobierno boliviano mediante un cruento golpe militar el 17 de julio de 1980, impidiendo entonces la asunción presidencial del izquierdista Hernán Siles Zuazo, quien acababa de ganar elecciones generales.
Renunció 13 meses, por presiones de los mismos militares que lo habían encumbrado y en medio de crecientes protestas populares contra la represión y su ampliamente denunciada vinculación con el narcotráfico.

En la cárcel, tuvo como compañero a su cómplice de dictadura, su exministro Luis Arce Gómez, quien había cumplido previamente condena en Estados Unidos por tráfico de cocaína.
García Meza y Arce Gómez han sido señalados como responsables principales del asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, ocurrido el mismo día del golpe de 1980.