Desde el sonado y rabioso apretón de manos con el que el presidente francés, Emmanuel Macron, saludó a Donald Trump hasta la mirada penetrante y de desprecio que el consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, posaba sobre la canciller Ángela Merkel, se han convertido en el tema de conversación y de mordaces comentarios entre políticos y diplomáticos europeos y estadounidenses en las redes sociales. Nunca antes tanto desprecio mutuo entre aliados a ambos lados del Atlántico se manifestó de manera tan evidente y, encima, en público, advierte Danílov.
Ian Bremmer, uno de los politólogos y expertos en política exterior más conocidos de Estados Unidos, comentó en su cuenta de Twitter las escenas que se dejaron ver durante la cumbre. Entre ellas, la que muestra a un inmóvil Trump rodeado de sus aliados. Una imagen ahora viral que plasma uno de los momentos más incómodos de la reunión en Quebec. Angela Merkel y Donald Trump intercambian miradas afiladas. "Así es como perdimos Occidente", titula Bremmer.
How The West Was Lost pic.twitter.com/fEh86XQao0
— ian bremmer (@ianbremmer) June 9, 2018
Frente a la opinión de Bremmer, la visión de Bolton. "Una cumbre del G7 más en la que los demás países esperan que EEUU acabe haciendo siempre de banco. El presidente lo ha dejado claro: eso no va a volver a pasar".
"Cuesta poco imaginar que muchos economistas, inversores y periodistas se apresurarán a explicar a Bolton que la relación que mantiene Estados Unidos con el resto del mundo se puede comparar con lo que se quiera, menos con la de un banco. Entre otras cosas porque Estados Unidos no concede créditos, sino que le debe dinero al resto del mundo", subraya Danílov.
Los dimes y diretes y la alta tensión diplomática en Quebec son importantes, según Danílov, para demostrar que los conflictos internos entre los países occidentales no son "cuentos de la máquina propagandística del Kremlin" sino "la cruda realidad" a ambos lados del océano.
El tenso ambiente durante la cumbre acabó contrastando con el de otra a miles de kilómetros de distancia: la de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), a la que acudieron el presidente ruso, Vladímir Putin, y el chino, Xi Jinping, entre otros.
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"En la práctica ha resultado que el 'grupo de los siete' es en realidad una organización que difiere en valores comunes, que ni siquiera puede tomar una decisión común y que la OCS es un mecanismo que funciona sin problemas y que trabaja para que exista una sintonía entre la política exterior y los diversos intereses de los Estados. Al menos la OCS es capaz de adoptar una posición y una declaración común al final de su cumbre", destaca Danílov.
A Estados Unidos no le ha hecho gracia esa declaración final. En uno de sus puntos se advierte: los países firmantes aumentarán el número de transacciones y de inversiones comerciales que se ejecutan utilizando sus monedas nacionales, algo que irá en detrimento del dólar y en la línea de aquella 'desdolarización' a la que incluso la Unión Europea se ha apuntado.
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