El kokóshnik formó durante siglos parte del atuendo tradicional festivo femenino ruso. Cumplía varias funciones a la vez: esconder el cabello, acentuar la cara femenina y complementar el traje, enfatizando la solemnidad de esas situaciones. Tras la Revolución de 1917, perdió su importancia. Las mujeres soviéticas no lo utilizaban ni en las bodas, solo niñas pequeñas embellecían así sus cabezas durante las fiestas navideñas, disfrazándose de zarinas o hechiceras de los cuentos de hadas.
Con el Mundial todo cambió de repente.
"Ni siquiera habíamos previsto tanta demanda por los kokóshnik. Normalmente en el verano nadie los compra", afirmó al portal BFM.ru Liudmila Snagovskaya, representante de la tienda Lukomorie, especializada en mercancía tradicional rusa.
En internet, este tocado nacional se puede comprar por entre 300 y 800 rublos (5 y 13 dólares), mientras que las versiones con perlas falsas pueden costar varios miles de rublos.
A Babiúk le sorprende mucho que los extranjeros se hayan infectado por esta moda rusa y luzcan tocados de todos los colores.