El multimillonario griego Aristóteles Onassis fue un magnate naviero y el hombre más rico del mundo de su época. Después de su muerte, el imperio pasó a su hija Christina —ella heredó el 55% de la fortuna, el resto fue destinado al Fondo cultural Alexander S. Onassis—. Heredera de miles de millones de dólares, la joven de 27 años podría haber elegido entre los novios más ricos y guapos del planeta. Sin embargo, eligió a Káuzov.

Muchos fueron los que trataron de encontrar 'una explicación' a este matrimonio. Una de las versiones partidarias de la conspiración en este caso aseguraba que Christine fue víctima de una operación súper secreta de la KGB.
Sokolov señala que cuando Káuzov conoció a Christina, este no era oficial de la KGB y que de hecho, en aquel momento, el Ministerio de Marina de la URSS lo había acusado de fraude.
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No obstante, en vez de meterlo en la cárcel, la KGB decidió evitar escándalos internacionales y nuevas acusaciones contra la URSS sobre violaciones de los derechos humanos y apoyó a la pareja concediéndoles un piso. Su idea era simple: así Káuzov pasaría a estar en deuda con ellos y, además, esperaban que tuvieran un hijo que se convertiría en un ciudadano soviético con una fortuna de miles de millones de dólares.

Otra versión decía que todo era fruto de una maldición de la eminente cantante de ópera María Callas, que estaba enamorada de Aristóteles Onassis —el padre de Christina— pero el magnate acabó dejándola y casándose con Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente de EEUU.
Sin embargo, Sokolov está seguro de que las tragedias del clan Onassis tenían razones más terrenales. Aristóteles poseía la flota privada más grande del mundo, que contaba con buques, petroleros y balleneros. En plena Guerra Fría, los estadounidenses querían obtener acceso a este activo estratégico, pero Onassis no cedía ante su presión. Así surgieron en un primer momento los problemas judiciales y más tarde las muertes, explica el historiador.
"Christine entendió que era la siguiente, siendo la única heredera. Por eso rechazó la ciudadanía estadounidense y, al parecer, decidió buscar protección en la URSS. Por eso se casó con Káuzov, porque le conoció en unas negociaciones", afirma Sokolov.
Después del divorcio, Christina se casó con un francés y tuvo una hija. Murió en 1988, a los 37 años, en Argentina. Hubo muchas especulaciones en torno a la causa de su muerte, aunque la versión oficial recogida en la autopsia demostró que no había evidencias de suicidio, sobredosis o criminalidad y dictaminó que Onassis había muerto de un ataque al corazón causado por un edema pulmonar agudo.
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"Formalmente, la hija posee los activos, pero los anglosajones los controlan. Han logrado su objetivo", comenta Sokolov.
Mientras tanto, Káuzov sigue vivo y tiene una finca en Suiza y una mansión en una isla del Caribe. Tiene 77 años y continúa haciendo negocios, cuenta el historiador, que añade que tras su matrimonio con Christina estuvo involucrado en una operación de la KGB para devolver su deuda al ministerio. Ahora apenas aparece en los medios y prefiere evitar entrevistas.