Científicos de la Universidad de Yale, en EEUU, han descubierto una manera de modificar el funcionamiento de los intestinos, encargados de que la grasa sea absorbida por el cuerpo, y restringir la absorción de estas partículas.
Ratones sin estos genes fueron alimentados con una dieta alta en grasas durante ocho semanas y no aumentaron de peso, mientras que dos ratones a los que no se les suministró ningún medicamento se volvieron obesos rápidamente.
"Creamos un ratón que come grasa pero no engorda", dijo Feng Zhang, autor principal del artículo sobre el estudio publicado en la revista científica Science.
Estos tratamientos se usan para tratar el glaucoma degenerativo de la vista y reducir la presión sobre el nervio óptico, que es lo que acaba produciendo la ceguera.
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"Este inhibidor, cuando se inyecta en ratones normales, relaja la tensión del citoesqueleto [soporte interno de la célula] y también detiene la absorción de grasa", explica Zhang.
El hallazgo necesita de más investigaciones ya que aparte de contribuir a perder peso este tratamiento podría tener también consecuencias adversas para el ser humano.