"Estaba demacrada, sucia y triste. Su piel estaba cubierta de parásitos", recuerda Erikas Plucas, quien encontró a la pequeña.
Erikas cree que unos cazadores dispararon a la madre. Emma, como la bautizó el hombre, no habría sobrevivido por sí sola. El lituano se encariñó con en el animal. Incluso, acabó durmiendo en el cobertizo.
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La pequeña creció y se hizo fuerte, y Erikas la devolvió al bosque. Aunque Emma sigue acordándose de él.