La dirigente conservadora llegó al Consejo Europeo, que se celebra en Bruselas, sin una fórmula consensuada sobre Irlanda del Norte, la llamada 'backstop' o garantía de que después del Brexit no se levantarán controles fronterizos entre ambas jurisdicciones de la isla.
La UE propone que los seis condados del noreste de Irlanda —el Ulster británico— continúen dentro la unión aduanera y el mercado único mientras no se formalice un acuerdo de libre comercio con el Reino Unido.
May ha ofrecido mantener a todo el Reino Unido en un acuerdo aduanero pero pide que este arreglo temporal tenga una fecha de caducidad.
"Tarde o temprano, el Gobierno británico va a tener que elegir entre mantener a todo el Reino Unido próximo a la UE o consentir una mayor divergencia entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte", afirma Griffin.
La futura ubicación de los controles aduaneros y regulatorios conforma la espinosa encrucijada que obstaculiza el progreso hacia una retirada pactada de la UE en marzo de 2019, según la fecha oficial.
Por una parte está la promesa dada por May en la clausura del Consejo de Europa de diciembre de 2017, según le recordó el líder laborista, Jeremy Corbyn, en la última sesión de control parlamentario.
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Los unionistas norirlandeses amenazan a May con retirar el apoyo parlamentario que sustenta su Gobierno minoritario si el Ulster recibe un trato distinto del resto del país en el acuerdo del Brexit.
También la facción dura conservadora, que dirige el autodenominado Grupo de Investigación Europea (ERG, por sus siglas en ingles), presiona en contra de una "capitulación ante la UE".
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Débil en su puesto de mando, con constantes conatos de rebelión y llamadas al amotinamiento de sus ministros y grupo parlamentario, la jefa del Ejecutivo juega la baza de alargar al máximo la hora de tomar decisiones comprometedoras.
"Theresa May es muy reacia a afrontar la decisión sobre Irlanda del Norte porque cualquiera de las dos opciones sobre la mesa le puede costar la derrota parlamentaria, ya sea debido al DUP, al ERG o a ambos", resalta el analista y periodista político.
Licenciado en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad de Bath, Griffin es autor de la tesis doctoral 'Offensive Intelligence: An Epistemic Community in the Transition from Cold War Liberalism to Neoconservatism', sobre la evolución de la derecha desde la perspectiva del espionaje nacional e internacional.