Ingrid Hernández y Roger dejaron las cobijas y cartones que usaron para aislar el frío del hormigón sobre el que les tocó dormir. Rodearon el cerco policial y se sumaron a las dos filas de gente que esperaba un desayuno que se repartía desde una camioneta: un tamal y un pan dulce.
Hay un fuerte dispositivo de seguridad coordinado por el "puente humanitario" a cargo de la Comisión de Derechos Humanos de Ciudad de México y custodiado por policías para no permitir la entrada de la prensa al recinto. Lo mismo ocurrió en Tapachula, en el predio de la Feria Mesoamericana, donde se tiene recluidas a las personas que solicitaron refugio en México.
Fuera del cerco está la prensa capitalina e internacional, que espera que salga alguien para poder entrevistar. Cámaras, micrófonos y luces se mueven de lado a lado en el estacionamiento de entrada al recinto deportivo, donde pequeños grupos cargados de bolsas y mochilas traspasan la última reja de ingreso. Sputnik logró pasar.
Además: "La caminata del migrante no fue financiada por nadie"
Adentro, sobre las gradas en la mañana del 4 de noviembre, descansaban los que llegaron primero. Al fondo y arrib se encontraba Ángel Mauricio Vázquez, quien caminó desde Honduras. "Decidimos avanzar porque nos han traído de puro engaño, el Gobierno de Veracruz dijo que nos daría camiones para llegar a Ciudad de México y luego que no y luego que sí. Nosotros no les aguantamos la paja y nos adelantamos a puro jalón y caminando".
La desconfianza y la desorganización causadas por la falta de palabra del gobernador partió el grupo, en medio de una de las zonas más violentas del país, en la zona fronteriza entre Oaxaca y Veracruz.
Las siete organizaciones de derechos humanos que trabajan en esa zona emitieron un comunicado responsabilizando al gobernador del estado por la alta dispersión que causó "la indolencia con la que se condujo el mando estatal".
Denunciaron también que agentes del Instituto de Migración mexicano y de la Policía Federal amenazaron con iniciar procesos judiciales contra el sacerdote Julián Verónica y contra Leticia López Landero, presidenta municipal de Córdoba, para que no proveyeran al éxodo de 10 autobuses para salir de la violenta zona, considerada "un foco rojo".
También contó a Sputnik el intento de detención que sufrieron al entrar a México. "Nos decían que teníamos que hacerlo como dice la ley, que era para ayudarnos, pero nos querían meter a la fuerza, a varios los patearon. Entonces hicimos una cadena humana, esperamos y empezamos a avanzar, los llevábamos de pecho, pero ya se habían llevado a varios".
También: Cobertura exclusiva: el éxodo hondureño avanza hacia el norte (fotos)
Un grupo de derechos humanos los sacó del cerco policial armado a la salida de Tapachula, los llevaron a Huixtla, en Chiapas, y ahí se juntaron con el grupo mayoritario. "Con ellos hemos caminado Mapastepec, Tapanatepec, Juchitán, Matías Romero, Sayula de Alemán y gracias a dios ya estamos en Ciudad de México", dijo Ángel, quien recuerda el nombre de cada pueblo mexicano que les ha brindado ayuda.
Ingrid Hernández terminó su desayuno y salió de la zona restringida. También es hondureña y viene "caminando y a jalón", como todos. "Si vemos que un carro se para, corremos para alcanzar lugar, te subes y te acomodas como puedes. Uno arriesga la vida en esos caminos, ya van como tres o cuatro muertos por querer llegar aquí", dijo a Sputnik.
Melvin Josué Gómez Escobar, de 22 años, murió al caer del tráiler que lo transportaba antes de llegar a Huixtla. Germán Ramírez Rivera murió en el kilómetro 30 de la carretera al Pacífico, al sur de Guatemala, y Henry Adalid Díaz Reyes fue asesinado por el impacto de una bala de goma en la frontera entre México y Guatemala.
Según los testimonios brindados por los bomberos guatemaltecos a los medios presentes, la bala fue disparada por la Policía Federal mexicana. Los tres eran hondureños. También murió un salvadoreño, José Fredy Villegas Jandres, de 33 años por deshidratación en Coatepeque, Guatemala.
"Abajo [en el sur] todavía se sentía un clima parecido al de Honduras, pero ya en Veracruz se me enfriaba el pecho de tan helado que está el aire en la noche". Ingrid analizó la posibilidad de quedarse en México y no continuar el camino: "Aquí nos vamos a quedar, a mí me gusta mucho Ciudad de México. Si consigo un trabajo aquí me quedo. Está bonito y muy grande y dicen que hay oportunidades, pero si no hallo nada, me sigo".
Ángel sólo está de paso, su meta es llegar a Estados Unidos, él sabe trabajar el campo y está seguro que cobrar en dólares, aunque sea por unos meses, le va ayudar bastante. Al llegar, la oficial Mary sacó a los reporteros colados al albergue improvisado en un estadio. Afuera continuaron llegando personas con mochilas y cobijas. Entre la gente las peticiones eran las mismas: transporte y tránsito libre, que no les cierren el paso en Ciudad de México, baños para todos y un digno servicio médico. Otros piden zapatos, calcetines y calzones, que es lo primero que se deshace al caminar los 1.200 kilómetros que llevan hasta ahora.
Mientras un grupito de muchachos se entretenía mirando un partido de fútbol en el deportivo de la Magdalena Mixhuca, la Cumbre de madres de migrantes desaparecidos llegaba en Tlatelolco a su acuerdo final, que hizo nacer una red mundial que las congrega.
En el correr del día, las 600 personas que habían llegado a la Casa del Peregrino, en la Basílica de Guadalupe fueron trasladadas al estadio de la Mixhuca. Una mujer mexicana con un bastón llegó a ofrecer su casa para mujeres jóvenes o embarazadas, dijo a Sputnik que por lo general la renta, pero que ante esta situación pone a disposición lo que tiene.
Para las 20 horas, más de 2.000 personas habían llegado y se paseaban por el recinto deportivo al que la prensa seguía teniendo vedado el acceso. Con un café caliente y estornudando por el viaje con la ropa mojada en el frente de un camión, dos jovencitas hondureñas se demoraron a meterse en el recinto cerrado.
Salieron juntas desde su aldea en el norte de Honduras. Se reían y hacían chistes. Están firmes en seguir camino al norte. Cuando la llovizna de la ciudad comenzó a tomar el cielo, se apagaron las luces del comedor, junto al recinto. Los que no alcanzaron a cenar hoy deberán esperar hasta mañana.