Biólogo por profesión, Ryan Killackey no solo logró contar la historia de la lucha entre el pueblo indígena Huaorani y la industria petrolera, sino presentó también un conjunto de investigaciones científicas realizadas en el proceso del rodaje de la película que le tomó siete años.
Entre sus objetivos, Ryan Killackey destacó que quisiera también atraer atención al problema del Yasuni para que los Huaorani puedan viajar a Quito presentarse ante el Gobierno del país.
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Según Ryan, el mensaje "universal" de la película es que "necesitamos proteger al bosque, defender a los derechos de todos los humanos" porque si no salvamos al lugar con más biodiversidad en el mundo no podremos proteger a la riqueza natural de nuestro planeta en general.
La película se proyectó en el marco de la octava edición del Festival de Cine Ambiental de Rusia ECOCUP, organizado por la Representación de la UE en Rusia, la Fundación Heinrich Böll, la Embajada de EEUU en Rusia y la Embajada de Suiza en Rusia.