A los cubanos, incluso habituados a los, más previsibles, huracanes, este severo tornado los tomó de sorpresa, dejando a su paso seis fallecidos, dos centenares de heridos y una estela de destrucción en más de 2.000 viviendas.
En un país que tuvo durante décadas la solidaridad por bandera, no debía extrañar la reacción masiva de tanta gente que en la última semana se ha lanzado a trabajar de sol a sol ayudando a las víctimas, recogiendo escombros o quitándose de lo suyo para dar al que perdió todo, en un país en el que nada sobra; pero lo sorprendente ha sido que esta vez no hicieron falta 'orientaciones' de arriba ni consignas para fraguar un movimiento espontáneo sin precedentes, en parte facilitado por la incipiente democratización de internet y los datos móviles.
Desde las primeras horas del día siguiente, además de los convocados por organizaciones e instituciones, se acercaron a ayudar a las zonas de desastre, artistas, deportistas, intelectuales, periodistas, emprendedores y gente de buena voluntad. A través de sus ojos pudimos ver lo que no dicen las cifras y poner rostro a las víctimas.
Las redes sociales y el boca a boca se encargaron de multiplicarlos y en los días posteriores se han ido sumando cada vez más personas, entre ellas muchísimos jóvenes, a una especie de 'ejército humanitario' que batalla por mejorar las condiciones de los que han perdido todo o casi todo, a veces hasta la esperanza.
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Instituciones, organizaciones, ONG, universidades e iglesias apoyan, reciben, distribuyen y convocan a la ayuda. Un proyecto cultural como la conocida Fábrica de Arte Cubano (FAC) ha cambiado su habitual vida nocturna para convertirse en un hormiguero solidario e imparable al que se incorporan cientos de voluntarios que reciben durante todo el día donativos, los clasifican y los entregan a las personas necesitadas.
Una veintena de artistas cubanos se unieron a la iniciativa del concierto especial Habana de Pie, dedicado a recaudar fondos para las víctimas del tornado y levantar los ánimos tras el devastador evento. Son varios los espectáculos, dentro y fuera de Cuba, que han tenido esa misma premisa.
Negocios privados, taxistas y otros emprendedores se han incorporado haciendo llegar a los necesitados durante días comida, agua, ropa y productos de primera necesidad.
Miles han echado una mano y los dos brazos para sanear las calles y recoger escombros, pero sobre todo, han llevado una sonrisa a mucha gente afectada.
"Las personas en las comunidades dañadas lo primero que agradecen es la presencia, el cálido apretón de manos o el abrazo. No reclaman nada. Ni miran apenas si traen algo en las manos", cuenta el periodista Michel Hernández, quien desde el primer momento ha estado a pie de obra con un grupo de voluntarios, en su mayoría músicos, actores y otros artistas.
Pero no solo en la isla se han disparado las alarmas solidarias. Muchos de los millones de cubanos en el exterior se han concentrado en ayudar, poniendo a un lado diferencias de todo tipo y sumando a los nacionales de los países en los que residen. Desde EEUU o México, España, Ecuador o Rusia, no han sido pocas las iniciativas de recogida de material humanitario y recaudación de fondos, sin olvidar a los que han viajado a La Habana para apoyar en primera fila y los tantos que colaboran distribuyendo en las redes sociales información de afectados y posibilidades para donar.
Un camino que no ha estado exento de obstáculos. Varios intentos de recaudación de fondos, en particular en la popular plataforma GoFundMe, fueron cancelados por estar dirigidos a "un país bajo sanción económica por parte de OFAC, Departamento de Tesoro del Gobierno de EEUU", según explicó una de las organizadoras, la psicóloga residente en Quito Ailynn Torres. Otro tanto pasó con un crowdfunding de Facebook bajo el nombre de "Ayuda a tu gente", organizado desde Estados Unidos, que a pesar de no mencionar directamente a Cuba, fue cancelado con motivo del bloqueo estadounidense a la isla cuando alcanzaba ya los 40.000 dólares.
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No obstante, las personas se las ingenian para colaborar por distintas vías, en muchas ocasiones a través de voluntarios que trabajan en el terreno o de la cuenta oficial que el Estado habilitó para los donativos.
Por otro lado, tras algunos trastornos de organización, incidentes aislados e incomprensiones, las autoridades parecen haber interiorizado el valor de esta marea solidaria y en la mayoría de los casos tratan de coordinar y encauzar las iniciativas, lo que puede convertirse en un buen germen de colaboración futura entre el Estado y el resto de la sociedad.
"El Estado pierde el monopolio de la asistencia social en Cuba", afirma en un artículo el periodista Sergio Alejandro Gómez, a la vez que reconoce que "los actores sociales que surgen a partir de los cambios en Cuba son legítimos y tienen tanto deberes como derechos en la sociedad".
Julio César González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana y especialista en proyectos de cooperación, considera que el tornado cambió la mentalidad de muchos en el país. "Las personas actuaron como sociedad civil espontánea, la movilización fue desde las redes y con mucha vocación humana, independientemente de diferencias políticas, ideológicas y religiosas", dice a Sputnik.
Y es que el fenómeno meteorológico en muchos casos ha agravado y sacado a la luz situaciones de raíces más profundas, que ya existían, y que van mucho más allá de la zona de desastre para extenderse por toda la geografía cubana.
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Pero a su vez, puede convertirse en un precedente y motor impulsor de participación, humanidad, solidaridad a largo plazo y acción social por parte de los individuos, sector privado, organizaciones, la diáspora cubana y el propio Estado (si es capaz de comprender e incorporar las nuevas realidades), para que Cuba sea realmente ese país soñado por José Martí, "con todos y para el bien de todos".