"Habrá un viaje, pero no tengo nada para anunciar todavía (…) Ciertamente viajaré", dijo Abrams en el marco de una conferencia internacional sobre ayuda humanitaria a Venezuela que se desarrolla en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
"Cuando tengas planes, los anunciaremos", dijo Abrams a la pregunta de si preveía contactar a autoridades rusas para hablar de Venezuela, y agregó: "nada para decir por ahora".
Abrams, un neoconservador que ha ocupado distintos cargos de política exterior desde el Gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), fue nombrado enviado especial para Venezuela el 25 de enero por el presidente Donald Trump.
El enviado especial dijo el 13 de febrero ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes que "el uso de la fuerza no es la política de EEUU" en Venezuela, sino la búsqueda de "vías humanitarias, económicas y diplomáticas para apoyar el deseo de democracia del pueblo venezolano".
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Eso condujo a la ruptura de relaciones con el Gobierno de Nicolás Maduro, quien el 10 de enero asumió su segundo mandato hasta 2025.
Venezuela enfrenta una grave crisis económica, política y social.
Washington ha adoptado desde 2017 sanciones contra altos cargos venezolanos, que endureció en 2018 con medidas para restringir las posibilidades del Gobierno y de la petrolera estatal PDVSA de contraer deuda en el mercado financiero.
El mes pasado, además, el Departamento del Tesoro penalizó a PDVSA, congelando activos por 7.000 millones de dólares y ordenando bloquear los pagos que realicen empresas estadounidenses que compren crudo venezolano.
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Sin embargo, el miércoles, Abrams dijo en el Congreso que el Gobierno no ha adoptado la vía militar ni la prefiere y negó estar armando a la oposición, lo que calificó como una "idea terrible".
Rusia, por su parte, respalda la legitimidad del Gobierno de Maduro y se opone a la injerencia extranjera en los asuntos venezolanos.
Moscú se ha pronunciado por el diálogo entre las partes y una solución negociada de la crisis venezolana.