Peleas dialécticas, misiles verbales, maniobras de distracción…La elección de la "nomenklatura" de la Unión Europea se ha convertido en una batalla política campal. En un desembarco en una única misma playa donde se pelean todos contra todos y se escenifican nuevas alianzas tras las elecciones europeas del pasado 26 de mayo.
Manfred Weber: el nuevo jefe
Ese candidato era precisamente el "spitzenkandidat", es decir, el jefe de la familia política más votada en los comicios para el europarlamento. Y ese fue, sin sorpresa, Manfred Weber, el alemán propuesto por el Partido Popular Europeo (PPE) y favorito de Angela Merkel. Ese mecanismo de elección ha sido respetado como producto del voto. Pero en eso llegó Macron y mando parar.
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El jefe del Estado francés recurre a los tratados de la UE para justificar que el Consejo Europeo, la institución que reúne a los jefes de gobierno o Estado de los 28 (27 si el Brexit se consuma) es quien debe proponer al jefe de la Comisión Europea. Macron, cuyo partido se presentaba por primera vez a las europeas y se ha integrado en el grupo liberal, rebautizado como Renew Europe, ha buscado alianzas con los socialdemócratas europeos y con los "verdes" para cargarse al favorito alemán.
Media Europa —no solo Alemania— se reafirma ahora en el convencimiento de que Macron vuelve a representar con éxito el papel atribuido al cliché del ciudadano francés en el Viejo Continente (y quizá más allá): el de profesor de moral, el de pretencioso oráculo que explica y dicta cómo se debe hacer las cosas un auditorio al que considera ignorante.
La respuesta del PPE
En el PPE la afrenta tiene respuesta extraoficial y oficial. En los pasillos, algunas voces afirman que Macron debe entender que "él manda en París, pero no aquí", en Bruselas, la capital comunitaria. "No vamos a renunciar ni a la Comisión ni a Manfred", lanzan desde sus trincheras voces airadas con acento bávaro (Manfred Weber viene de ese "land" alemán).
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¿Es solo una batalla entre naciones? ¿Es un conflicto francoalemán? Solo en parte. Tras los resultados del 26 de mayo pasado, la coalición entre socialistas y conservadores que se repartía los cargos y las decisiones ya no es mayoría.
Liberales —con Macron incluido, verdes y socialistas— pueden buscar una nueva alianza que se enfrente a la derecha. Los socialistas, que se arrastraban como alma en pena por tierras europeas, han encontrado en el español Pedro Sánchez una nueva esperanza, un nuevo profeta para sacudirse el sopor y volver a tener cierta influencia en Europa.
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Por eso en el PPE creen que para la política de acoso y derribo que Macron ha comenzado contra Weber, tiene ya el apoyo del presidente español, invitado a la mesa de los grandes. En esa coalición que se está formando, el aspecto nacional queda también solapado por el ideológico. Verdes y socialdemócratas alemanes no apoyan ya un compatriota conservador y prefieren unirse para proponer una nueva fuerza social liberal.
Fobias nacionales o diferencias ideológicas deben ser salvadas antes del 2 de julio, fecha en la que se debe inaugurar el Parlamento Europeo con sus nuevos diputados, que son los que deben votar al candidato surgido de las negociaciones en la reunión que los jefes de gobierno celebrarán el 30 de junio.
En contexto: UE: ¿se arrancan los ojos por el reparto de cargos?
Además del respeto al reparto geográfico e ideológico, los nombramientos deben tener en cuenta la igualdad entre sexos, por lo que dos o tres de esos cinco grandes cargos europeos deberían recaer en una mujer.
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Emmanuel Macon ha roto el consenso que hasta ahora se seguía para elegir al equipo que sostendrá el edificio de la UE hasta 2025. El equipo que debe dar réplica a Donald Trump, Vladímir Putin o Xi Jimping. Las disputas y los vetos entre mandatarios europeos tienen al menos el mérito de conferir un papel más relevante a los medianos y pequeños países del "club de Bruselas" y a dotar de mayor interés el juego de alianzas en el Parlamento Europeo. Y en todo caso, obligará a todos los actores a llegar a un consenso, pues ninguno de los bloques tendrá en la futura cámara legislativa la mayoría suficiente para imponer su "diktat".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK