Madrugador y duradero. Así es el amor por Rusia que profesa el ingeniero en electrónica argentino Pablo Badillo. Los culpables: una nota periodística cuando apenas se había graduado de ingeniero; y tres décadas antes, una tarea que le encomendaron en su escuela cuando apenas tenía siete años: "Me tocó hacer un trabajo sobre, en ese momento, la Unión Soviética", explica.
Entonces le surgió un cómplice. "Mi papá se fue hasta la 'Casa de Rusia' en la avenida Rivadavia por el barrio de Caballito. Me consiguió un montón de revistas de la época, por supuesto traducidas al español porque ninguno en la familia entendía el ruso", dice Pablo entre risas al confesar que ese fue su primer contacto con Rusia.
Súbitamente, Pablo hace un fast forward hasta el presente. “Fue muy loco después, casi treinta años después, llegar a Rusia y tomar contacto directo con eso que había visto siendo tan chico”.
Cuando ya había terminado su carrera de ingeniero en la Universidad Tecnológica en Buenos Aires, Pablo estaba viendo qué hacer con su vida. "Leyendo una nota periodística encontré la posibilidad de participar en las becas para poder estudiar aquí en Rusia. Siempre estuvo esa idea de ver qué pasaba, cómo era estudiar afuera, cómo era seguir formándose en otro lugar con una cultura que puede resultar distinta, curiosa, conocer nuevos lugares. De esa forma apliqué a la beca, y salió".
Pero la historia de los Badillo habla de diásporas, de peregrinos, y de integración cultural. Quiso la vida que de los cuatro hermanos que son, sólo uno vive en Argentina, y está casado con una mujer rusa. Pablo vuelve sobre sus pasos y señala a su cuñada como su segundo contacto con Rusia en su vida. Asimismo, este ingeniero tiene un hermano que vive en Colombia y una hermana en Brasil.
En este sentido, Pablo señala que a quienes más le costó su marcha fue a sus padres "que veían que se les iba toda la gente. Salieron todos de paseo, y bueno…", bromea.
Así rememora aquellos momentos en que les dijo a sus padres que se venía a Rusia. "Al principio fue como: '¡Uy! ¿Por qué? ¿Para qué tan lejos?'", dice sin poder evitar la risa. "Pero después como que les empezó a gustar la idea y también les terminó de picar el bichito de venir a conocer, y en mayo [de este año] estuvieron por acá y les encantó".
Su adaptación a nivel académico fue gradual: comenzó por estudiar el idioma y a los seis meses sus conocimientos de la lengua se fueron ampliando a lo concerniente a su carrera. "De a poquito fui formándome y ya manejo el idioma a un nivel que me permite expresar las ideas".
Pablo ya tiene la 'temporada' 2019-2020 comprometida: "Estoy trabajando ahora en mi tesis, me queda todo este año para trabajar en eso. Estamos en temas muy interesantes, la medicina está avanzando mucho con el uso de la tecnología, por eso es un área súper interesante para desarrollarse y acá están trabajando mucho con temáticas muy nuevas, como las redes neuronales. Se está poniendo mucho impulso y mucho empeño de parte del Ministerio de Educación de Rusia para que la gente se forme en esas áreas".
Moscú, Múrmansk y Kaliningrado son otros de los lugares que visitó: "la verdad que cada vez tengo más ganas de conocer distintas ciudades. […] Tratar de ir recorriendo y reconstruyendo la historia de nuestro último siglo".
Respecto a los rusos, Pablo afirma que "tienen la cultura de que cuando conocen a alguien, tratan de brindarse por completo. Eso es muy lindo".
Sin sonrojarse Pablo confiesa que en Rusia va descubriendo a Argentina y sus bailes. En San Petersburgo hay un grupo que se reúne para bailar chacarera, y allí Pablo 'descubrió que sabía bailarla'. "Cada vez que podemos nos juntamos en sus peñas, que desgraciadamente no tienen vino y empanadas, pero se baila una chacarera y es como estar un ratito en Argentina".
La pasión de Pablo llevó a la pregunta: ¿te quedas a vivir en Rusia? "Me gustaría. Estoy buscando cómo. Ver qué puedo hacer, tratando de conseguir trabajo a ver si se da la oportunidad de quedarme. Me gustaría mucho en San Petersburgo porque la siento mía, desde los primeros momentos me sentí como en casa. Pero estoy abierto a descubrir nuevos lugares también. Rusia es enorme", concluye Pablo Badillo.