El paso al diagnóstico sin contacto de enfermedades es una tendencia importante en el desarrollo de la medicina actual. Uno de estos métodos es el diagnóstico magnético.
Para el diagnóstico magnético se usan actualmente, sobre todo, los interferómetros cuánticos superconductores (SQUIDs). Estos dispositivos tienen un diseño complicado y es necesario enfriarlos constantemente hasta la temperatura del helio líquido. El coste de un cardiógrafo magnético dotado con SQUIDs ronda los cientos de miles de euros.
A diferencia de los SQUIDs, el nuevo sensor funciona a temperatura ambiente. Es muy compacto, dado que la longitud de su cuerpo no supera tres centímetros.
"Cuando el sensor se encuentra en un campo magnético externo que cambia, se produce una curvatura de cada diente del diapasón plano en direcciones opuestas. La curvatura conlleva la diferencia de los potenciales en los contactos eléctricos de la estructura y las cargas generadas se suman. Nuestra solución da al sensor la sensibilidad de 3 pT/Hz1/2 de baja frecuencia", señala uno de los diseñadores del sensor, Andréi Turutin.
Los diseñadores planean seguir mejorando el sensor para obtener una mayor sensibilidad, así como crear un prototipo del dispositivo.