Sin precedentes. Así se presentó el clásico informe previo al Foro Económico Mundial más famoso del planeta. Según la Encuesta de Percepción de Riesgos Globales —impregnada de urgencias— que es preliminar al cónclave y que se elaboró con la participación 800 miembros, los cinco retos principales a nivel global son todos medioambientales.
"Y en este sentido va a ser necesaria una gran transición, una gran adaptación", sentencia el analista.
Pero en Davos no están solos en esta cruzada. Y es que el alumbramiento del dossier ocurre un día después de que la Comisión Europea presentara su plan de inversión por valor de un billón de euros para inducir a una economía más verde y neutral, con referencia a las emisiones de carbono para el año 2050.
Tan apremiantemente real se barrunta el tema, que ambas instancias, Comisión y Foro, cargan y apuntan su artillería hacia el mismo blanco, y el mismísimo comisario de Economía del bloque, Paolo Gentiloni, sentencia que "Abordar el cambio climático será la tarea definitoria de esta Comisión".
"El problema fundamental de esto es cómo se hace, quién lo hace, y para qué lo hace", subraya Carretero Miramar.
Entonces, aparece el Instituto de Viena para los Estudios Económicos Internacionales [WIIW] para 'amenazar' con un proyecto al que han dado en llamar 'La ruta de la seda europea': 11.000 kilómetros de nuevas vías de tren y carreteras, por valor de un billón de euros —sin un céntimo de los contribuyentes— y donde Rusia jugará un papel crucial.
Según su director ejecutivo, Mario Holzner, el objetivo es cuádruple: incentivar el comercio con el este de Europa y el oeste de Asia; modernizar las infraestructuras y las conexiones entre los países; proporcionar a la UE un proyecto común que ilusione; y lo principal, se erigirá como una instancia de 'competencia' complementaria a La Nueva Ruta de la Seda.
"En el universo globalizado, una de las cosas que tiene que hacer Europa básicamente es interrelacionarse, constituir una economía interdependiente integrada con sus vecinos más cercanos. En ese sentido, Europa tiene que tener presente su condición, podríamos decir que casi incluso euroasiática, y frente a esa primacía que se le ha dado siempre desde la dirigencia y las élites europeas a la relación atlántica con los EEUU, construir mecanismos de integración, de desarrollo y de intercambio con Rusia, incluso con la propia propuesta de la Ruta de la Seda china", concluye José Luis Carretero Miramar.