"Los 479 artefactos haitianos fueron descubiertos en 2014, cuando el equipo de Crímenes de Arte del FBI decomisó más de 7.000 artículos de la colección privada del arqueólogo aficionado Donald Miller, quien presuntamente las adquirió contraviniendo leyes federales, estatales y acuerdos internacionales", señaló el Buró en un comunicado.
Le @FBI à travers @USEmbassyHaiti a remis officiellement à @McultureHT, ce vendredi 14 Février 2020, 479 pièces archéologiques qui ont été subtilisées au @BNE. C’est le résultat d’un partenariat entre les deux États pour lutter contre le trafic illégal de biens culturels. pic.twitter.com/Y5pMGIrL4s
— Culture Haïti (@MCultureHT) February 14, 2020
Las piezas patrimoniales fueron entregadas a la Oficina Nacional de Etnología de Haití, en Puerto Príncipe, en presencia de autoridades de ambos países.
Según un reportaje de la plataforma informativa AyiboPost, el FBI allanó la vivienda de Miller en abril de 2014 y encontró cerca de 42.000 objetos culturales de las Américas, Asia, el Caribe y Oceanía, la mayoría obtenidos de manera ilícita y en excavaciones ilegales.
"En la lista, hay 2.000 huesos humanos, principalmente de tumbas amerindias destrozadas, y 7.000 objetos culturales maltratados, incluidos cientos robados de Haití", precisa el texto, que cita a Tim Carpenter, agente especial del FBI a cargo de la operación.
La colección recién devuelta a Haití consta de baquetas, piedras de tres puntas, sillas sagradas, objetos preciosos y artículos hechos de piedra, madera, hueso, terracota y concha, elaborados en muchos casos antes de la llegada de Cristóbal Colón a la isla en 1492.
De acuerdo con Erol Josué, director de la Oficina citado por AyiboPost, Haití negocia con EEUU la repatriación de otros objetos haitianos almacenados en la nación norteña, entre ellos más de 500 tambores vudú.
También queda en evidencia la capacidad del Gobierno de Haití para proteger sus tesoros, ya que la mayoría de los objetos decomisados a Miller pertenecían a la Oficina, de donde desaparecieron sin rastro, dijo Josué.
"Estas obras no estaban bien protegidas. Tuvimos muchos problemas políticos en 1986. En ese momento, hubo varias rupturas en la oficina de etnología, muchas piezas desaparecieron", admitió.
El terremoto de enero de 2010 de magnitud 7 que dejó más de 300.000 muertos agravó la situación, por los destrozos que provocó en edificios gubernamentales y la falta de inventarios posteriores.