Como todo en esta emergencia sanitaria, nuestro protagonista fue viendo los efectos en cuestión de horas. Empezó la semana pasada. Sin todavía estado de alarma ni cuarentena decretada por ley. Desde el 9 de marzo, vuelta del fin de semana, la facturación diaria fue bajando. "Si habitualmente es de, pongamos, 3.000 euros, esos días hacíamos 700", rememora, confinado por el avance del coronavirus en España, que ya suma 11.000 contagios y 480 muertes.
"Veíamos que la afluencia bajaba y no quedó más remedio", cuenta el gerente por teléfono, exigiendo anonimato. Empleado de la empresa desde sus inicios, este madrileño de 43 años responde justo después de siguiente decisión tomada por el propietario:
"Ahora nos vamos todos a la calle". Según explica, el cierre del negocio supone unas pérdidas cuantiosas que no puede afrontar con una plantilla fija de 15 personas. "Habrá hecho cuentas y habrá visto que no puede", dice comprensivo.
Lo peor, cuenta este empleado, no es este parón puntual. Lo peor es la incertidumbre de saber cuándo se restablecerá la normalidad y cuándo empezará a repercutir. "Nuestra temporada alta eran estos meses: de marzo a junio, con la primavera y el buen tiempo. Luego baja un poco en el verano", explica el gerente. Situado en las inmediaciones de los principales museos y monumentos de Madrid, este inmueble atrae a vecinos y extranjeros. Habitualmente, sus mesas de dentro lucen repletas. Pero, con el sol, se llenan las de terraza, escoltadas por uno de los teatros principales de la capital.
Tal situación provocó esa vacilación desconocida. "Yo llamé el jueves, preocupado. La gente estaba nerviosa por si se le pegaba el coronavirus. El viernes decidimos cerrar: lo importante era la salud de la gente. Lo hablamos con la asociación de comerciantes que hay en la plaza. Y el sábado ya era oficial que no íbamos a poder”, relata. Recogieron todo el género y dejaron el establecimiento de luto. Se fueron a casa sin saber qué pasaría.
"Este fin de semana ha cambiado todo. Si hubieran sido 15 días, todavía podríamos seguir. Nos dijo de firmar vacaciones, pero como no se sabe hasta cuándo va a ser, el dueño ha decidido hacer un ERTE [Expediente de Regulación Temporal de Empleo]", añade la fuente, entendiendo que "la situación ha cambiado [el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, afirmó que era probable que se extendiera a más de dos semanas] y me imagino que él habrá echado cuentas".
Fue oficial este lunes, 16 de marzo. Al gerente le venía "demasiado grande" contárselo a sus compañeros y dejó que se comunicara por el cauce legal. "Entiendo que los números no daban, porque esto no es un cierre temporal. Va a ser una sangría. Y cuando se pueda abrir de nuevo, la gente no va a salir a gastar a los bares. Va a llevar mucho tiempo", reflexiona. Incluso dudando de si la receta de Reino Unido –continuar más o menos con normalidad- es o no la mejor opción.
Ya se ha llevado a cabo, de hecho, en empresas como SEAT, con casi 15.000 despidos, o la cadena Burger King, con 14.000. Este caso sirve como ejemplo para ilustrar lo que le ha pasado a muchos de los 31.095 locales de hostelería que hay en Madrid (279.396 en España, según datos de Hostelería Madrid de 2018). El sector, que el año pasado movió un 6,2% del Producto Interior Bruto del país (123.612 millones de euros), es una de las víctimas del COVID-19. Un virus que ha colapsado los centros sanitarios y vaciado bares, esas referencias de la cultura española.