Quizá hayas oído alguna vez que el agua de las cisternas gira en diferentes sentidos dependiendo del hemisferio en que te encuentres. Pues bien, esto ocurre igualmente a mayor escala con el agua de los océanos y el aire a uno y otro lado del ecuador.
Las tormentas tropicales que se generan en el hemisferio norte giran en dirección contraria a las agujas del reloj por su localización, y suelen recibir el nombre de huracanes, mientras que los ciclones del hemisferio sur rotan en el sentido de las agujas del reloj.
En el caso del hemisferio norte, el aire que se mueve hacia el norte gira hacia el este, y el que se mueve hacia el sur, lo hace hacia el oeste, moldeando así las corrientes de aire durante el proceso de creación de los huracanes. Exactamente lo opuesto ocurre en el hemisferio sur.
Cuando una bolsa de aire a baja presión empieza a atraer aire a presión más alta de su alrededor, el efecto Coriolis provoca que el aire se curve en la dirección que ya han adoptado las dichas corrientes de aire y que forman parte del huracán (o ciclón) que se está formando.
En estas latitudes la fuerza de Coriolis es demasiado débil para que el aire rote alrededor de una bolsa de aire a baja presión, y si el aire no rota, no hay tormenta tropical. Así, se puede decir que la región ecuatorial de todo el planeta es una zona libre de tormentas tropicales.