Las estadísticas de la ONU son preocupantes: en un año normal vertimos hasta 13 millones de toneladas de plástico al mar, y gran parte de este está formada por plásticos de un solo uso. Pero 2020 no está siendo un año normal: estamos recurriendo a mascarillas y guantes de un solo uso más que nunca, y eso se va a notar en nuestros mares y ecosistemas.
570.000 toneladas de todo ese plástico van a parar cada año al Mediterráneo. Lo creas o no, en el fondo de este mar ya se están encontrando mascarillas y guantes desechados incorrectamente por sus usuarios, tal y como ha demostrado el buceador francés Laurent Lombard en un vídeo.
Esto supone que "si solo el 1% de las mascarillas se desechara de forma incorrecta y se dispersaran en la naturaleza, esto daría lugar a que hasta 10 millones de mascarillas al mes contaminaran el medioambiente", según un informe del WWF.
Las mascarillas no son sinónimo de contaminación... si se usan bien
Las estadísticas resultan chocantes pero la conclusión que saquemos no debe culpar al plástico que utilizamos para protegernos, sino a cómo lo usamos y desechamos.
El profesor de biología marina de la Universidad de Plymouth Richard Thompson recuerda que "[los gobiernos] están pidiendo a cada ciudadano que camine con una mascarilla puesta, pero esto no tiene por qué crear basura". Y es que "la basura en el mar se genera por la forma en que nos deshacemos de los equipos de protección y del plástico en general, no por el uso en sí".
Una de las claves del control de la contaminación con plásticos en este período particular es la llamada economía circular: todo se gestionaría mejor si se tomara mayor conciencia del diseño de productos como las mascarillas. Si produjéramos mascarillas hechas del mismo material, en lugar de utilizar capas de diferentes materiales para una misma mascarilla, haríamos un gran favor al medioambiente.
A nivel institucional, la UE ya introdujo el año pasado un paquete de normas para que los países hicieran efectiva este año la prohibición de plásticos de un solo uso a fin de reducir la contaminación.
En tiempos de pandemia, no obstante, está primando la voluntad de reducir los posibles contagios mediante el uso de plásticos de un solo uso ante la conciencia medioambiental. Por ejemplo, Starbucks ha prohibido las tazas reutilizables en favor de recipientes de un solo uso.
Otra opción por la que se está apostando para gestionar este gran problema es el uso de plásticos biodegradables, pero incluso estos tienen un impacto negativo en la naturaleza y, lo que es aún más importante, nada de esto sirve de algo si no se respetan las directrices de las autoridades para eliminar los residuos adecuadamente, tal y como alerta la asociación europea representante de los fabricantes de plásticos PlasticsEurope.