El parapentista lo preparó todo para un pasatiempo agradable: un sofá, una lámpara, un lugar para poner los pies y la tele. Unos amigos le empujaron ayudándole a despegar y así empezó su aventura.
Durante el vuelo se cambió de zapatos y se puso unas pantuflas. Tras acomodarse, sacó de la mochila una bolsa de patatas y un refresco y puso la tele. Finalmente, aterrizó en el malecón ante la mirada de los curiosos transeúntes.
Sin embargo, hay un detalle que llamó la atención de los usuarios y que el mismo parapentista confirmó: fue todo el tiempo desatado.
Las imágenes se captaron en Oludeniz, Turquía.