"Existe un sentimiento general de desconfianza hacia Rusia del lado estadounidense y creemos que las tecnologías, incluidas las vacunas, las pruebas y los tratamientos, no se están adoptando en Estados Unidos debido a esa desconfianza", señaló un funcionario que habló bajo condición de anonimato.
Según esta fuente, Rusia se había ofrecido para "una cooperación sin precedentes" con la Operación Warp Speed, asociación público-privada que el gobierno estadounidense había creado para acelerar el desarrollo, la producción y la distribución de vacunas, terapias y diagnósticos de COVID-19.
A principios de esta semana, Rusia registró la primera vacuna contra el COVID-19 del mundo, Sputnik V, desarrollada por el Instituto Gamaleya.
Funcionarios rusos han asegurado a la CNN que Moscú está dispuesto a compartir información sobre la nueva vacuna y permitiría a las compañías farmacéuticas estadounidenses producirla en EEUU.
"Si nuestra vacuna demuestra ser una de las más eficaces, se preguntarán por qué Estados Unidos no exploró esta opción con más profundidad, por qué la política se interpuso en el acceso a una vacuna", dijo un alto cargo ruso.
La nueva vacuna de vectores adenovirales Sputnik V, supuestamente capaz de generar una inmunidad de hasta dos años al COVID-19, fue registrada en Rusia sin haber pasado por las pruebas de fase III y sin que se hubieran publicado los datos científicos de los ensayos anteriores.
Un asesor del gobierno estadounidense dijo a la CNN que los rusos "han realizado muy poco trabajo en humanos para decidir si [la vacuna] funciona a mayor escala". "Estamos hablando de datos de seguridad totalmente inadecuados", añadió.
Otro funcionario de salud pública dijo que "Estados Unidos de ningún modo va a probarla en monos, y mucho menos en personas".