"Los especialistas chinos estaban familiarizados con nuestros desarrollos nucleares, lo que implicaba el más alto grado de confianza entre nuestros países y pueblos", explicó el presidente de la Sociedad Histórica Rusa y director del Servicio de Inteligencia Exterior, Serguéi Narishkin.
También comentó el bombardeo nuclear estadounidense de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, señalando que los expertos vieron en él un crimen de guerra.
"No es ningún secreto que la demostración de poder militar estadounidense en Hiroshima y Nagasaki tuvo carácter de chantaje nuclear dirigido contra la Unión Soviética. En respuesta, la ciencia soviética y la inteligencia extranjera aceptaron este desafío, y pronto la Unión Soviética ya tenía sus propias armas de este tipo, lo que excluía la posibilidad de una agresión impune desde el océano", destacó Narishkin.
El deterioro de las relaciones entre la Unión Soviética y China a principios de la década de 1960 no cambió los planes de China de poseer armas nucleares. Aunque la URSS no entregó a China toda la tecnología necesaria para construir una bomba nuclear, para entonces Pekín ya había recibido suficiente información teórica de la URSS y también había establecido contactos con científicos europeos.
El 16 de octubre de 1964, el primer ministro chino Zhou Enlai informó al pueblo chino sobre el éxito de la prueba de la primera bomba atómica china. Esto convirtió a China en la quinta potencia nuclear de la historia.