Los tratados firmados por Estados Unidos, Serbia y Kosovo buscan normalizar las relaciones económicas entre el país eslavo y la entidad política autoproclamada kosovar. Además, los acuerdos prevén normalizar las relaciones en otros ámbitos, pero el enfoque principal es la economía.
Se trata de una herida muy fresca en el cuerpo de la sociedad serbia: ha pagado un precio muy caro por la guerra contra los kosovares. Cualquier líder serbio que se atreva a dar pasos hacia el reconocimiento de Kosovo como país independiente tendrá una suerte muy triste. Por eso en realidad no se firmó ningún acuerdo trilateral. Las partes serbia y kosovar firmaron un acuerdo con EEUU.
De hecho, Aleksandar Vucic llegó a Washington solo bajo la condición de que él no fuese a firmar ningún documento conjunto con la parte kosovar. Justo por esta razón la gestión prefiere hablar de diálogo con la región autoproclamada y no de negociaciones ni de acuerdos con Pristina.
En pocas palabras, no hubo un acuerdo entre dos partes en conflicto ni lo hay ahora. Washington desempeña el papel de mediador y considera el trabajo de la Administración como un avance enorme.
Concesiones recíprocas
En Belgrado hay muchos en contra de cualquier tipo de diálogo con Pristina porque creen que es inaceptable, dada la turbulenta historia entre ambos. Entretanto, para Kosovo cualquier acuerdo, incluido el indirecto, se considera un paso importante hacia el reconocimiento de sus fronteras. Parece que en Pristina no entienden que Belgrado no quieren reconocer su independencia.
El acuerdo, entre otras cosas, atañe la protección de sitios religiosos. Se trata de una cuestión muy importante para Serbia y tiene que ver con la seguridad de iglesias serbias en Kosovo. Belgrado recibió el primer reconocimiento de Pristina de que las partes tendrán que compartir la soberanía económica de la central hidroeléctrica Gazivode, importantísimo recurso de energía.
Los acuerdos también atañen a las redes 5G: Belgrado y Pristina se comprometieron a no usar equipamiento de fabricantes de telecomunicaciones poco fiables, lo cual es un éxito para la Administración Trump en su lucha contra China y Huawei. Es un paso bastante arriesgado y puede poner en peligro las buenas relaciones que se han establecido a lo largo de los últimos años entre Belgrado y Pekín.
Trump también proclamó que Serbia está dispuesta a trasladar su embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Israel, a su vez, declaró que está dispuesto a reconocer la independencia de Kosovo. Irónicamente Belgrado hace un favor a Israel y en respuesta recibe el reconocimiento de la independencia de su región separatista. Esta decisión dejó perplejos a muchos en Serbia.
Entretanto, establecer relaciones entre Kosovo e Israel puede tener consecuencias negativas para Pristina en los mundos árabe y musulmán.
Una bofetada por parte de Israel
Varios expertos serbios creen que de los acuerdos entre EEUU y Kosovo y EEUU y Serbia sacó provecho sobre todo Israel, pues ni siquiera participó en las negociaciones o en la firma de los documentos.
"A pesar de que la aparición de Israel en los documentos fue una sorpresa para muchos, no es para tanto, pues todos sabemos lo importantes que son los intereses de ese país para la Administración Trump. El reconocimiento de la independencia de Kosovo por parte de Israel ha sido la victoria clara de Pristina y la derrota de Belgrado", declaró a Sputnik el historiador serbio Sasa Adamovic.
Por otra parte, prosiguió, Belgrado logró esquivar la trampa al no firmar un acuerdo directo con Pristina. "Es posible que nuestro beneficio radique en que Belgrado y Pristina no se reconozcan el uno al otro", dijo.
"La Casa Blanca declaró que se trata de un "progreso histórico" en las relaciones entre Belgrado y Pristina. Sobre todo en aras de mejorar la imagen de Trump. Sus acciones deben ser percibidas como históricas. Por eso la parte estadounidense no insistió en aprobar la cláusula sobre el reconocimiento mutuo", señaló a Sputnik el politólogo serbio Aleksandar Pavic.
Según el entrevistado, Trump considera que la Unión Europea no es un socio, sino un competidor. Para Serbia esta es una oportunidad porque así automáticamente sus posiciones en las negociaciones en Bruselas mejoran.
"No está bien para el equilibrio de nuestra política exterior que nos pongamos del lado de Israel en el conflicto en Oriente Medio. Molestamos con esto a Irán, que no reconoce la independencia de Kosovo. La gran pregunta es: ¿qué recibiremos de Israel a cambio de nuestra generosidad? Hasta ahora recibimos solo una bofetada: el reconocimiento de Kosovo por su parte", concluyó