Los investigadores eligieron para su experimento a unos 7.000 voluntarios de edades comprendidas entre los 70 y los 77 años para dividirlos en tres grupos.
Los integrantes del primero de esos grupos realizaron actividades físicas de alta intensidad dos veces a la semana, alternando deporte y reposo cada cuatro minutos, incluidos estiramientos de 10 minutos.
Cinco años más tarde, los investigadores pudieron sacar una conclusión al comparar las estadísticas de mortalidad que mostraba cada grupo. Resultó que en quienes habían realizado actividades intensas el indicador de mortalidad se situó en un 3%. En el segundo caso la cifra casi se dobló (5,9%), mientras que quienes hicieron menos deporte dieron una tasa del 4,7% de mortalidad.
Con ello, los investigadores admiten que estas diferencias no son estadísticamente significativas, pero resulta evidente la relación entre realizar actividades físicas de alta intensidad, un mejor estado de salud y una mayor longevidad.