Andrzej Walicki murió el 20 de agosto de 2020. Era el último de los historiadores que participaron en la formación de la escuela histórica de Varsovia en las décadas de 1950 y de 1960.
Su escuela científica se encontró con varios obstáculos en Polonia porque se interesaba por la filosofía y el pensamiento político ruso. Se vio obligado a realizar sus estudios principalmente fuera de Polonia, incluso en universidades de Australia y Estados Unidos. Se especializó en entender las raíces de la tergiversada visión sobre Rusia que existe en Polonia, basada en estereotipos e intereses políticos.
Sputnik te ofrece algunas de las ideas más interesantes que resaltó en su última entrevista antes de fallecer realizada por el diario polaco Polityka.
La principal pregunta: ¿es Polonia de Occidente o de Oriente?
Walicki consideraba que Polonia no es un país occidental y nunca lo ha sido, por una razón muy simple: por su ubicación geográfica.
A este respecto, el historiador recordó que en el pasado Polonia buscaba ser un país sármata. El sarmatismo era una ideología de la nobleza que dominó las tierras de la Mancomunidad de Polonia-Lituania entre los siglos XVI-XIX.
Ahora, la élite polaca cree que Polonia debería ser un socio estratégico de Estados Unidos. Su papel es seguir protegiendo al mundo del comunismo y de las ideas de la izquierda, encarnadas en Rusia.
"De esta manera, hemos sustituido el mito de la libertad por el de la unión rusófoba", agregó.
Según el historiador, Polonia se siente muy ofendida porque no consiguió arrastrar a Rusia hacia Asia, ahí donde deben estar los herederos del conquistador mongol Gengis Khan.
¿Cuál es el núcleo de los problemas con Rusia?
Según Walicki, Polonia no puede llegar a un acuerdo ni con los rusos ni con los ucranianos, bielorrusos o lituanos. Y ha quedado ciega por su rencor hacia Rusia y hacia los rusos.
"Seguimos tratándoles desde el punto de vista de consumo, de supremacía, de una manera paternalista. Lo sienten, lo ven y lo oyen", señaló.
"De esta manera, nos estamos quitando de encima la responsabilidad de todos nuestros errores, irregularidades y derrotas. Por ello, en vez de aprender de nuestros errores, nos atascamos en este atolladero".
Polonia ha adoptado una visión de mundo completamente falsa. Está convencida de que este no cambia, la acosa y la traiciona constantemente, explica.
"Si no queremos ver que la Rusia de Pedro el Grande, la de Stalin y la de Putin no son el mismo país, si no vemos la diferencia entre la Alemania de Bismarck, la de Hitler y la de Merkel, así como si no distinguimos los Estados Unidos de Roosevelt, los de Carter y los de Trump, entonces ¿cómo podemos orientarnos en la realidad?", se preguntó.
Los polacos, según el historiador, se engañan como pocas personas en el mundo.
Polonia discute tanto con Rusia porque no está satisfecha con el hecho de que no consiguió plasmar su imperialismo. Por ello, en Varsovia todavía siguen buscando a los culpables incluso entre sus propios ciudadanos.
"Sueño con que Polonia combine un poco de nobleza, un poco de generosidad, un poco de esfuerzo por entender a los demás, en una Polonia en la que no haya lugar para la crítica y las condenas", señaló.
Polonia y su versión de la democracia
Walicki considera que la democracia se ha convertido en una simple formalidad para Varsovia. Anteriormente, los partidos políticos se formaban desde abajo. La gente quería algo y se unía para conseguirlo. Pero, ahora, los partidos eligen al electorado a su libre albedrío y lo compran con promesas. Y gana el que compra más votos. Este no es un problema propio de Polonia, sino también de muchos otros Estados, advierte.
Actualmente, muchos politólogos polacos aseguran que la Polonia postsoviética es la Tercera República Polaca y que representa una encarnación de la santísima Primera República Polaca, cuyo territorio se extendía del mar Báltico al Negro. Sin embargo, es un engaño populista, enfatiza Walicki, porque la Primera Republica Polaca nunca buscó ampliar su territorio hasta el mar Negro.
De acuerdo con el historiador, la clase política de Polonia, altamente ideologizada, creía sinceramente haber derrotado al comunismo sin un solo disparo, y por ello, el mundo debería estar agradecido con ella por siempre.
"Todo este proceso tendría que ser acallado para que la Tercera República Polaca pudiera jactarse de haber derrocado el sistema. Se necesitó una mentira para enaltecerla. Cuanto más tiempo pase, más grande se hace esta mentira y más lejos nos lleva a una realidad distinta".
Walicki opina que Polonia adoptó una versión primitiva del liberalismo porque solo su modelo marginal pudo haber sido compaginado con el elitismo, el tradicionalismo, el conservatismo y el catolicismo clerical que dominaban en el país. De todas las virtudes liberales Varsovia adoptó solo el mercado libre y lo hizo pasar por una democracia liberal.
Este "pseudo liberalismo", según el experto, se arraigó solo en Polonia porque su inteligencia política consiguió prevenir el nacimiento de una clase capitalista nacional tal y como había sucedido en los países vecinos.
Este modelo del liberalismo corresponde a los países del este. El neoliberalismo que en Occidente sirvió para limitar al Estado social en Polonia se utilizó para "explicar la nueva injusticia", concluyó.